Costa Rica atraviesa una de sus crisis más silenciosas y peligrosas: la caída vertiginosa de la natalidad. En solo una década, la tasa de fecundidad ha descendido por debajo del nivel de reemplazo, colocando al país entre los que menos hijos tienen en América Latina y encendiendo todas las alarmas por sus devastadoras consecuencias. Como si fuera poco, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en la economía, la educación y la sociedad promete cambiar para siempre las decisiones que las familias toman sobre tener hijos.
Una natalidad en picada
En 2023, la tasa bruta de natalidad apenas alcanzó los 10,18 nacimientos por cada mil habitantes, y la fecundidad total cayó a solo 1,33 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo de 2,1. Esta tendencia ha provocado una disminución del 25% desde 2010 y apunta a un futuro demográfico cada vez más crítico para el país.
Una población que envejece a paso agigantado
Los mayores de 65 años ya son el 13,6% de la población, el doble que hace 15 años, y su proporción sigue en aumento. La proporción de menores (0–12 años) pasó del 20,7% en 2014 a apenas 16,3% en 2024, y podría caer a solo 11,6% para 2034. Esta transformación afectará la economía, la salud y la estabilidad social a largo plazo.
Escuelas vacías y comunidades que se apagan
En la última década han cerrado más de 100 escuelas por falta de alumnos y otras 1 000 están en riesgo. Matrículas que antes superaban los 35 estudiantes ahora apenas suman 20. Esto no solo reduce oportunidades educativas, también debilita la transmisión cultural y la cohesión social que forjan la identidad nacional.
Un futuro económico en peligro
La disminución en la población joven representa un desafío para el mercado laboral y la economía. Costa Rica enfrenta una situación sin precedentes: menos ingresos a la fuerza laboral, menos consumo y menos innovación. En el último año, la creación de empleo cayó un 4,2%, mientras que el PIB creció un 4,9%, evidenciando que el mercado laboral ya no es capaz de seguir el ritmo del cambio demográfico.
La era de la inteligencia artificial: una amenaza silenciosa para la natalidad
La expansión de la inteligencia artificial plantea nuevos dilemas para la sociedad costarricense en el ámbito de la natalidad y la planificación familiar.
Algunas de las formas en que la IA impactará la demografía incluyen:
- Incertidumbre laboral y económica: La automatización y la IA sustituirán muchas ocupaciones rutinarias, generando mayor sensación de inestabilidad entre los jóvenes. Cuando la perspectiva laboral es incierta, muchas parejas optan por retrasar o evitar tener
- Exigencias educativas y de especialización: La IA demandará perfiles cada vez más capacitados y Padres y madres potenciales comprenderán que criar hijos en una economía tan competitiva requerirá una inversión mayor en tiempo y recursos, lo que puede reducir el número de hijos por familia.
- Individualismo y nuevos estilos de vida: La revolución tecnológica ya fomenta una mayor comodidad con la soledad, el trabajo remoto y la virtualización del Este cambio cultural, potenciado por la IA, podría hacer menos atractiva la maternidad/paternidad tradicional.
- Desigualdad generacional: La brecha entre quienes dominen la tecnología y quienes no se ampliará, y las familias podrían priorizar menos hijos para concentrar sus recursos en que cada hijo acceda a la mejor educación y herramientas tecnológicas.
En suma, la IA puede convertirse en un factor que profundice la tendencia a la baja natalidad al reforzar la sensación de que criar hijos es cada vez más costoso, difícil y menos prioritario en un mundo hipercompetitivo y digitalizado.
La presión sobre la CCSS y las pensiones
La Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) ya da señales de agotamiento. Con menos cotizantes por jubilado la proporción cayó de 12 a menos de 7, la presión sobre el sistema es insostenible. Proyecciones indican que el gasto en salud para adultos mayores aumentará del 5,4% en 2008 al 6,2% en 2040, y que las hospitalizaciones y consultas geriátricas subirán hasta un 86% para 2030. Sin una reforma profunda, la CCSS y los fondos de pensión podrían colapsar, obligando a retrasar la edad de retiro a 70 años o más.
Un golpe a la identidad cultural
No solo la economía y los servicios sociales están en juego. Una sociedad con menos niños es una sociedad que pierde parte de su esencia. La transmisión intergeneracional de costumbres, tradiciones y valores se debilita cuando los nacimientos escasean. Las fiestas patronales, los deportes juveniles y la propia dinámica comunitaria se apagan sin relevo generacional.
¿Qué se puede hacer?
Esta crisis exige respuestas urgentes:
- Implementar incentivos a la natalidad (apoyo económico, licencias parentales flexibles y servicios de cuidado infantil accesibles).
- Prepararse para la transformación laboral que traerá la IA mediante programas que garanticen empleabilidad y equidad en la adopción tecnológica.
- Reformar el sistema de pensiones y salud antes de que
- Aprovechar la menor densidad estudiantil para mejorar la calidad educativa y adaptarla a los nuevos tiempos.
- Fomentar la migración joven y especializada para sostener el dinamismo económico y
En definitiva, la baja natalidad y el impacto de la inteligencia artificial representan un punto de inflexión para Costa Rica. Sin medidas concretas y una visión a largo plazo, el país podría enfrentarse a un futuro marcado por el envejecimiento, la escasez laboral y la desarticulación social y cultural. La pregunta es urgente: ¿podrá Costa Rica reaccionar a tiempo antes de que sea demasiado tarde?