
La crítica social y reiterada hacia la Universidad de Costa Rica, es patente desde todos los ámbitos de ésta esta democracia representativa, pero no debe confundirse con un cuestionamiento azaroso y absurdo, hacia la función pública que brinda ésta Casa de Estudios Superiores, como parte de éste Estado Social de Derecho, constitucionalmente hablando.
Es la UCR el alma mater de un porcentaje importante de costarricenses, los cuales durante varias décadas, fueron forjados bajo los pilares de una educación pública, constituida y caracterizada por la lucha social, búsqueda de la equidad al igual que mayor participación e integración ciudadana, misma que debería de conservar intacta su probidad desde todas sus dependencias y más, como estandarte de una República generadora de conocimiento, no solo científico sino también social.
Por ello, éste artículo no busca el desprestigio generalizado en detrimento de todos sus estudiantes como población vulnerable, sino más bien, generar conciencia y análisis crítico social, sobre la problemática de una falta de ética y moral dentro de la función pública, la cual está manchando el buen nombre de ésta institución, debido a que el beneficio obtenido principalmente en el ámbito económico, se encuentra en manos de unos pocos que han olvidado en la práctica para que se fundó ésta Casa de Estudios Superiores.
Es evidente a éstas alturas de la crisis fiscal que tiene ahogado al país, quienes son los que utilizan a los propios educandos para resguardar y mantener intactos sus pluses y privilegios salariales, los que ni siquiera se comparan con las paupérrimas becas y asistencia social de la que se quejan cientos de jóvenes, los cuales en la actualidad siguen la senda de la educación estatal.
Como egresada de ésta Academia, no me cabe la menor duda de la gran labor que muchos de sus funcionarios y profesores, realizan al margen de todo esto, para sacar adelante la tarea de educar a las nuevas generaciones en lugar de lucrar y servirse de ellas, mediante los denominados proyectos de investigación y acción social.
Así mismo, es importante para todos aquellos que abanderan la causa en defensa de la UCR que a su vez, sean congruentes con el discurso que reza el mismo centro de estudios superiores en el sentido de: Vivir de Cara al Sol y enfrentar sus propios demonios, tales como, la inconsistente tasa salarial que gozan gran parte de sus titulares, sean éstos catedráticos o administrativos, transformados hoy lastimosamente en burócratas de la educación, más que en empleados públicos pagados por todos nosotros.
Porque no se puede hablar de ética y moral en ninguna de sus dependencias, cuando los interinos tienen salarios risibles, mientras muchos de sus numerarios en propiedad, están lucrando a expensas del Estado, más allá de la interpretación espuria que han dado sus figuras de autoridad frente a la opinión pública, a través de un discurso de inequidad social, teñido de “progresista” y en defensa de sus intereses personales que desde el exterior, es considerado por otros académicos y universidades de renombre como: afín a un movimiento pequeño burgués e inmoral.
Es bien conocida la argumentación doble, instaurada en lo más profundo de la cultura nacional, inseparable de la identidad costarricense la cual a estas alturas del déficit fiscal, es imposible de ocultar y menos, sustentar con posturas serias.
Así que para concluir, a quién queremos engañar, cuando no existe un fundamento ético-económico y menos social, el cual logre justificar más allá del discurso, la profunda crisis en la que se encuentra sumido éste país, cuando la “educación superior” está aliada a un movimiento sindical que además es de carácter vertical, lo que se puede apreciar desde un análisis crítico filosófico de la realidad nacional…
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