17 de setiembre, luego de dos semanas de anuncios de parte del Gobierno de lo que sería su propuesta que presentaría al FMI para lograr un financiamiento de más de mil quinientos millones de dólares para tratar de darle un alivio a las finanzas a raíz, según ellos, de la crisis económica provocada por la pandemia finalmente conocimos lo que Carlos Alvarado tenía para nosotros: más impuestos.
A partir de ahí, las reacciones no se hicieron esperar. Alvarado logró lo que no veíamos en muchos años: un consenso casi que unánime (exceptuando a la fracción del PAC y a los expresidentes Solís, Chinchilla y Arias) de sectores generalmente opuestos, unidos esta vez para rechazar este intento grosero del gobierno.
Dos semanas después, en cadena nacional, luego del repudio generalizado, de los ánimos caldeados en las calles con manifestaciones y bloqueos, y del apoyo casi nulo hacia su “plan estrella”, el presidente se dio por vencido, y prácticamente dio por agotada la vía institucional que le quedaba. Hace tres meses, en un artículo en este medio afirmé que al gobierno se le estaba acabando el oxígeno político…. Y se le acabó….
Hoy, transitando más de un mes de ese intento fallido de meternos más impuestos no conocemos cuál es la propuesta alterna o plan b de Alvarado para enfrentar lo que ya todos sabemos: el Estado gasta más de lo que le ingresa; y aunado a esto, por años se ha venido acumulando una deuda externa asfixiante y que ha ido socavando las posibilidades del país para conseguir más préstamos con organismos internacionales a tasas decentes.
Hoy, lo que sabemos que la propuesta del presidente es dialogar, pero sin algo para dialogar.
Presidente, ponga el huevo. ¿sobre qué va a dialogar?, ¿ya tiene alguna propuesta trabajada por la parte técnica (economistas, abogados, quien se necesite) para someter a discusión de ese grande diálogo nacional sobre el que ha estado preocupadísimo desde que perdió el apoyo político y social?
¿No habría sido mejor convocar a una encerrona, al menos virtual, a sus ministros y pedir propuestas de cómo reorientar los gastos de sus entidades y exigir recortes?
¿No había una tal instancia de diálogo llamada “Costa Rica escucha, propone y dialoga”?, ¿dónde están las ideas de las decenas de personas valiosas que dedicaron tiempo para esto?, ¿ya sintetizaron las propuestas?, ¿cuáles son?, ¿ya revisaron la viabilidad jurídica y política?
Pero resulta que los funcionarios de gobierno que estuvieron detrás de esto andan ahora en mesitas de diálogo regionales. Y no me malinterpreten, el diálogo es vital, es la vía costarricense; pero estamos ante uno vacío y sin sentido si no hay un punto de partida para ponernos de acuerdo.
Parece que Alvarado está más interesado en imponer su mesa, ante el intento fallido con el Estado de la Nación, en vez de dirigir algo sustantivo.
El tiempo corre… y el presidente sigue sin poner el huevo…
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