Durante el 2022 el tipo de cambio del dólar con respecto al colón llegó a alcanzar hasta los 700 colones. En ese momento, la preocupación en los hogares era alta ya que, bajo la sintaxis capitalista de libre mercado, una moneda devaluada encarece el precio de las importaciones de los productos que se consumen en el país, reduciendo así el poder adquisitivo de las personas.
Este hecho es importante, aún más en una economía altamente dependiente de las importaciones dónde según datos del INEC y la FAO, Costa Rica está entre los países más importadores de granos básicos [1].
Para este 2023 el tipo de cambio ha tenido una clara tendencia a la baja, llegando a niveles incluso menores a los anteriores de la pandemia. Ante la lógica inicial de libre mercado, al tener una apreciación de la moneda, las importaciones se vuelven más baratas y por ende los precios de los productos importados deberían de verse reducidos.
Entonces, ¿por qué la clase trabajadora no ha percibido está reducción en las compras? Respuesta corta: Las grandes cámaras empresariales están dejándose la diferencia.
Analizando un poco más a fondo este enunciado y según la lógica del mismo Adam Smith, no es la benevolencia del empresario la que nos procura alimento sino la consideración de su propio interés.
Justamente eso es lo que ocurre, los grandes sectores empresariales han preferido mantener los precios altos y apropiarse de esa diferencia en los precios.
Además, estas técnicas de apropiación capitalistas son las que justamente perjudican el crecimiento económico, trayendo graves problemas como los de una posible estanflación, es decir, un proceso donde los niveles de desempleo son altos y una persistencia en el nivel de los precios.
Estos mecanismos afectan directamente el consumo de la población al mismo tiempo que incrementa los niveles de desigualdad ya que mientras la población se empobrece y cae en más miseria, las cámaras empresariales se hacen más ricas.
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Referencias [1]
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