Una interesante frase que utilizó el analista Gabriel Ben Tasgal en su última pero rápida visita por Costa Rica, fue indicar que las Naciones Unidas se han convertido en un burdel, no podría ser más acertado el comentario.
Un ejemplo de este comportamiento inmoral y patético es la Comisión de las Naciones Unidas sobre economía y sociedad en el Oeste Asiático (ESCWA) que está compuesto por 18 países del Medio Oriente; donde no figura Israel ni por lejos, ya que lo conforman países árabes la mayoría que no reconocen al Estado Hebreo desde su propia independencia en 1948. Entre los Estados parte, figuran naciones cuyos gobiernos son violadores consuetudinarios a los Derechos Humanos en el mundo como Siria, Yemen, Egipto, Sudán, Irán, Líbano, entre otros.
Fue este grupo el que se atrevió a realizar una declaración acusando a Israel de imponer un régimen de Apartheid contra los palestinos. Algo que no es nuevo, pero que el discurso sigue siendo manipulado por medio de ONG que se nutren del manoseo de ideas para atacar a Israel desde sus bases.
De ahí que el principal tema sacado a colación en varias de las reuniones de la llamada “Semana del Apartheid israelí” realizada entre marzo y abril de este año sea la supuesta discriminación israelí a la población “palestina – israelí” (SIC), donde se pone a un mismo nivel a las poblaciones de árabes israelíes, que son ciudadanos plenos del Estado y a los palestinos de Cisjordania o que viven en un régimen especial en territorios en disputa como Jerusalén Oriental, elemento que por supuesto confundirá a quienes no son habituales consumidores de los temas del conflicto.
Volviendo al tema de Naciones Unidas, llama la atención como en la página web de la ESCWA no aparece nada sobre el bombardeo contra población civil en Jan Shinjun (Siria) que cobró la vida de más de un centenar de personas, que fueron gaseadas con sarín un arma química prohibida desde 1993 por la Convención sobre Armas Química.
El Consejo de Seguridad de la ONU llamó a una reunión de emergencia sobre el tema, aunque terminó sin acuerdo ni resolución ante el choque de intereses que presentaba para Rusia, quien ya había advertido que se opondría a cualquier intención de condena contra el régimen de Bashar Al Assad. El gobierno de Putin horas antes de la reunión confirmó haber bombardeado un supuesto depósito de armas químicas en Idlib, esto claramente como forma de “justificar” la no participación del gobierno sirio en el ataque al bastión opositor el martes, en especial porque se supone que desde el 2013 se debieron haber entregado todo el armamento químico que tenía el régimen.
Imaginen el panorama de Siria con medio millón de muertos, millones de desplazados y refugiados. Pero las condenas y llamados a boicot pesan en Oriente Medio solo contra Israel, la demonización recae sobre el único país donde conviven las tres religiones monoteístas sin temor a ser exterminadas, y donde por el contrario, las mayores luchas se dan como en cualquier país occidental desde los temas abarcados en el gobierno y la sociedad civil; incluyendo el complejo e interesante sistema judicial israelí, el cual atiende además litigios de palestinos contra israelíes.
Aun así, la ONU tiene otros organismos que desde décadas atrás están casi secuestradas por los intereses de países no democráticos, con altos grados de violaciones a los DDHH en sus territorios que son invisibilizados por el lobby existente a favor de sus acciones.
Mientras que Israel recibe una tras otra las condenas internacionales por temas tan diversos como: la situación de las mujeres palestinas, el tema de los menores que son enviados a la cárcel en Israel al participar en actividades de violencia contra civiles israelíes, donde se acusa a Israel de judaizar Jerusalén. Se omiten este tipo de casos en otras latitudes, en un desequilibrio moral internacional.
En ocasiones, pareciera absurda la insistente diatriba anti israelí desde los foros de Naciones Unidas, pero cuando se entiende cuál es el “beneficio” económico y estratégico que representa destinar tanto tiempo y recursos contra un solo Estado como el causal de los mayores males del mundo, se comprende por qué actúan de este modo sin mayor reparo.
Por esto no conviene hablar de la interminable lista de violaciones a los derechos humanos en países de la ESCWA y otros más de una larga lista, muchos de los cuales son reincidentes en sus vejaciones a las libertades y derechos de hombres, niños, mujeres y minorías religiosas o sexuales, pero sobre los cuales la cantidad de informes, resoluciones y condenas son mínimos o absolutamente inexistentes.
No genera tampoco la cantidad de manifestaciones, mítines, manifestaciones políticas, ni expresiones de repudio desde los principales parlamentos del mundo. Lo peor de todo, auspiciado o permitido en reiteradas oportunidades hasta por países occidentales que son los principales patrocinadores económicos de foros y dependencias de Naciones Unidas y ONG para defender los derechos de esas minorías perseguidas.
Ante la inoperancia absoluta de las dependencias de la ONU y las ONG, ante la compra de voluntades, silencios y votos, y ante el fácil camino que encuentran algunos países de dirigir todos sus dedos acusadores contra el único Estado judío en el mundo. El uso de la frase “Naciones Unidas el burdel del mundo”, queda como anillo al dedo, y además, es el más caro, no solo por la cantidad de recursos económicos que se trasiegan en esos bacanales de odio, sino por el descuido contra verdaderas y bien manifestadas crisis humanitarias que la ceguera auto impuesta les impide ver, pero que su olfato criminal les permite dedicar sus vidas a exacerbar e incentivar esfuerzos hacia la dirección equivocada.
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