Los injustamente y mal llamados “Espaldas mojadas” fueron los inmigrantes quienes con su trabajo tesonero y sacrificado hicieron grande a los Estados Unidos; cuyos gobernantes, nunca quisieron legalizar su permanencia; por el contrario, los deportaron sin piedad con su familia; por el mero y muy cuestionable hecho de haber llegado al país sin un permiso, adrede difícil de conseguir; por tanto los declararon “ilegales”, un absurdo que no tiene relación alguna con la gente que trabajó honradamente y que no cometió delito alguno como robar o algo parecido.
Trabajar la tierra de sol a sol rompiéndose los espinazos, por unos salarios de hambre; que solo hicieron ricos a unos explotadores fue la tónica de los emigrantes, cuyos atropellos fueron olvidados y dejados por alto por los políticos responsables, desde luego; carentes de un elemental sentido humanitario y de escasa visión del futuro, porque si hubieran permitido la permanencia temporánea de los extranjeros y luego la opción de nacionalizarse habrían logrado engrosar las arcas del erario de la nación con los impuestos pertinentes que deberían haber pagado los emigrantes, en el país de las “oportunidades”.
No queda otro comentario más que citar un dicho latino que reza: “Verba volant, lex manet” (la variación es mía).
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