Jerusalem es la capital eterna del Estado de Israel.
Comenzó siendo la capital en el primer Estado Judío en la época del Rey David, cuando se mudó desde Jebrón. En la Biblia, aparece el nombre de “Yerushaláim” cerca de 700 veces. Desde entonces, fue el centro simbólico de nuestras plegarias y anhelos, y de ahí en más, nunca dejó de ser nuestra capital.
Continuó siéndolo en el segundo Estado Judío, en la época de Ezra y Nejemia, cuando los judíos regresaron a Eretz Israel después del exilio babilónico por autorización del nuevo emperador Persa Ciro, y reconstruyeron la Ciudad y el Templo, revitalizando nuevamente la vida judía en la Tierra Prometida.
Después de la destrucción de Roma en el año 70ec, durante 2,000 años, Yerushaláim fue centro de poesías, rezos y plegarias desde los rincones más insospechados de las diásporas judías. Y hace casi 70 años, con la declaración de la Independencia, Yerushaláim se convirtió en la capital del tercer Estado Judío: Medinat Israel.
Todo país soberano tiene derecho de decidir dónde será su capital. Imagínense que el mundo le exija a Costa Rica que San José no puede ser capital del país, que debe ser Limón o Liberia.
Esto es un absurdo.
Hay 3.000 años de historia que parte del mundo parece no ver.
Me pregunto por qué. Me pregunto cuáles son los motivos de esta omisión histórica.
Y creo entender algunos de los motivos, que tienen que ver con intereses económicos, y con no ofender al Mundo Árabe.
Esto es un error. Nadie debería ofenderse por reconocer una verdad histórica, por más que vaya en contra de sus intereses.
Al mismo tiempo, todos sabemos que Yerushaláim es una ciudad sagrada para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam.
Pero saben qué? Cuando antes del 66 estaba bajo soberanía jordana, los judíos no podían ir a rezar allá, ni acceder al Kotel (el Muro Occidental), ni estar cerca de Har Habáit (El Monte del Templo).
Así y todo, toda la parte Este de la ciudad está poblada por árabes, que también la reclaman como la capital del futuro estado palestino. Frente a esta realidad, tenemos que ser sensibles y muy cuidadosos, respetando los ligares sagrados de todos.
Cabe recordar que en una de las tantas oportunidades en las que los palestinos desperdiciaron el momento histórico que se les presentó, Arafat se negó a último momento a firmar un acuerdo global de paz con Ehud Barak, cuando ya se había negociado la división de la ciudad.
Sólo Dios sabe cómo va a acabar la disputa por la totalidad de la ciudad. Si va a ser indivisible, como nos gustaría tanto a nosotros como a ellos, o si el valor de la Paz será considerado más importante que las fronteras y límites geográficos, y esta jugada de los Estados Unidos es un movimiento brusco que lleva a “barajar y dar de nuevo”, con la clara idea de avanzar en lo más importante, que es un acuerdo global de paz.
Con mi mujer Yudi vivimos tal vez los 7 años más felices de nuestras vidas en Yerushaláim. Recorrimos sus calles, caminamos sus pasadizos, olimos sus perfumes y especialmente fuimos parte de ese arco iris multicultural de su gente.
No sólo como Rabino, ni como judío, sino también como algo personal, celebro el reconocimiento de los Estados Unidos de este derecho histórico del Pueblo Judío, y espero que otros países hagan lo mismo.
Conociendo la idiosincracia de la cultura, el odio inculcado desde el liderazgo tanto político como religioso, y especialmente en el sistema de educación palestinos, si, tengo miedo.
Tengo miedo de atentados, de asesinatos, y de más muertes.
Hoy, igual que yo, muchos israelíes celebran, pero con miedo.
Pero desde el punto de vista conceptual, en la vida no se debe tomar decisiones por miedo.
Yo creo que en la vida hay que decidir, no por miedo, sino de acuerdo a lo que es o no es correcto.
No soy estadounidense. No voté en las elecciones de allá, y si hubiese tenido la posibilidad, jamás lo hubiese hecho por Donald Trump. Me reservo mi opinión personal sobre él. No se si es la forma correcta, el estilo apropiado, la manera más “polite” de hacerlo, pero si creo, que el reconocimiento tan claro de los Estados Unidos para con la condición de Yerushaláim, es lo correcto.
Varias veces dije que el Papa Francisco es un hombre sabio y sensible, y un religioso y político con convicciones. Muchas veces (la mayoría), sus palabras y acciones son para mí una inspiración. Pero en esta oportunidad no puedo estar de acuerdo. Me da la sensación que aquí primó más su condición de político que su condición de religioso.
Estamos frente a la celebración de Januká, la historia de la reinauguración del Templo profanado por los griegos y recuperado por los Macabim. Es la fiesta que celebra el milagro de la liberación nacional de pocos contra muchos y simples contra poderosos, y es también el milagro de la luz, de la convicción, de lo correcto y de la verdad.
Anhelo con todo mi corazón que este Januká sea la reinauguración de un capítulo de paz para Israel y sus vecinos palestinos, y que la ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, sea, como su nombre lo sugiere, “Ir Hashalom”= “la ciudad de la paz”, y un símbolo de coexistencia entre individuos y entre pueblos.
Shaalu Shlom Yerushaláim!
Pidamos por la Paz de Yerushaláim!
Aleinu veal kol haolam!
Para nosotros y para todo el Mundo.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo y número de identificación al correo redaccion@elmundo.cr.