Esta es una gran oportunidad para compartir nuestras aventuras en el tiempo.
Cada una de nosotras ha vivido una experiencia personal, ha estado inmersa en una realidad política partidista, fuimos parte de una realidad social y partidaria. Coexistimos. Inmersas en la actual realidad política y luchando por reivindicar el papel que debe tener la mujer costarricense. Sembramos una nueva semilla democrática.
Las mujeres somos víctimas de ser víctimas. Quiero decir que, por varios caminos nos aseguran y nos aseguramos ser poco dignas de lo que somos. Por ejemplo: decir que, no ser candidatas a alcaldesas y serlo a la vice alcaldía es ser menos, per se. O sea, desvalorizamos la lucha antes de nacer.
Cada una de nosotras es un ser independiente. Merece respeto. Tener una opción de poder político es para ejercer de conformidad con una posición que se ha ganado y nadie ha regalado. Sea que ese lugar lo peleamos en convenciones internas de partido, como es mi caso. O también, otras mujeres que se presentaron por partidos que no tienen lucha interna. Estas últimas, ganaron ese derecho a postular su nombre, por la lucha que han dado, otras personas, casi todas mujeres, para que ellas puedan expresar una voluntad política. Restar mérito a una u otra es estigmatizar como víctima de la víctima. Con ello, se alimenta y refuerza el sentimiento de superioridad de quienes desean mantener la supremacía del patriarcado.
¿Víctimas? Si. De un terrorismo estructural. Mediante violencia simbólica, a través de la palabra legítima por los siglos. La sociedad ha destruido el respeto que nos debemos a nosotras mismas. Nos han quitado el respeto por nosotras mismas. Han arrancado ese sentimiento del valer. Es un derecho que no hemos disfrutado porque nacimos con etiqueta. El terrorismo simbólico ha sido peor que el represivo. No hace falta matar a un ser humano, basta con darle un puntapié en lanzarlo al barro.
Es claro que un recurso para combatir la represión es el terrorismo subversivo. Pero a las mujeres no nos va bien con la violencia.
Debemos reducir la complejidad de comunicación entre las mujeres. La sociedad es cada día más enmarañada y nosotras no debemos insertarnos en esa confusión. Comprometámonos con la sororidad. La real y no de palabra.
Participar en los espacios políticos, sean cuales sean, abren una posibilidad que antes no se tenía. ¿Pudo ser mejor? No. Ese fue el espacio logrado en ese momento histórico. ¿Se debe seguir hacia más y mejores posibilidades? Si. Pero no debemos renegar o dejar de luchar por el sitio obtenido.
Otro aspecto que hemos de considerar es el partido político como vector ideológico. Participar en organizaciones que comparten nuestro pensamiento nos hace sentir aceptadas y acompañadas en la lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer. Pero, esa no es la única forma de participar en política ni es la única instancia donde alzar la voz por la defensa de nuestros derechos. Es urgente que se comprenda que algunas hemos escogido trincheras de batalla, donde no ha madurado en la agenda de la igualdad de género o aún no se tiene sensibilidad por los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Considero que es meritorio el apoyo para quienes así procedemos y no es válido que se nos rechace a priori.
Esta situación de inmadurez política puede suceder por diferentes factores. Que la agenda no tenga la fuerza que deseamos por falta de actualidad de la dirigencia del partido o porque la voz de la mujer, en el seno de la organización, no tiene el poderío requerido.
En casos extremos podemos encontrar partidos políticos que están en contra de la igualdad de género. A esos debemos obligarles, mediante la discusión y diálogo a incluir los derechos de la mujer como una prioridad entre sus simpatizantes. Además, que se reflejen las posturas femeninas en sus plataformas programáticas y políticas.
Regresando a mi experiencia, debo agregar que fuimos a elecciones cantonales para definir la papeleta que nos representaría en las municipales de febrero 2020. En esa elección se respetó la alternancia de género en las papeletas.
Participé en el puesto de Vice Alcaldesa II y fui compañera de otra joven mujer en la Vice Alcaldía I. Ella y yo, pertenecíamos a la misma papeleta. Juntas realizamos la selección del resto de la papeleta respetando género y zona geográfica. Ni ella ni yo, contábamos con experiencia en el campo municipal. Éramos caras nuevas. Así se dice en la jerga política.
Fui electa con el mayor número de votos. Creo que la votación se debió a la experiencia que mostré a la asamblea cantonal del trabajo de 20 años como “activista en derechos humanos”. La asamblea votó por la mujer y ponderó a la activista. También eligieron a mi compañera de fórmula. Valoraron a la mujer y a la joven comunicadora. No resultó electo quien encabezó nuestra papeleta. Le postulamos por ser persona honesta y tener experiencia como regidor. Como ganador resultó, una persona con experiencia en los comités municipales de deportes y por ser un vecino muy conocido en el cantón de Mentes de Oca, especialmente en el distrito de Sabanilla. El resto de la papeleta de regidores, síndicos y suplentes, así como, los concejales de distrito tuvieron, alternancia de género y de grupos.
La primera tarea fue armonizar los equipos de trabajo. Después de una elección hay personas que quedan golpeadas por la derrota y es difícil su incorporación al proceso electoral. Nosotras, las candidatas a las Vice Alcaldías elaboramos las políticas de género y participamos activamente en la definición de los puntos del programa de gobierno. Ahí quedó plasmado el resultado otro triunfo para las posiciones de las mujeres en Montes de Oca.
Nuestro programa de gobierno fue rápidamente publicado en un periódico. Desde la primera página hasta la última, estaban reflejadas nuestras posiciones. Además, en primera página y fotografía principal era del equipo de la Alcaldía. El alcalde y las dos vice alcaldesas. Durante toda la campaña se mantuvo el equilibrio de género y el equilibrio de grupos.
Nuestros adversarios dieron un mensaje con la figura del alcalde o alcaldesa. No llevaban mensaje de equipo y tampoco presentaron programas de gobierno sino después de publicado el nuestro. Los demás grupos políticos tomaron como centro de discusión, en las mesas redondas en las universidades y en los medios de comunicación, nuestra agenda de trabajo.
Trabajamos con mujeres valiosas en todos los distritos y vecindarios de Montes de Oca. Tuvimos una buena organización el día de las elecciones. Logramos un gran triunfo al dejar a nuestras compañeras empoderadas. Hicimos una labor consciente. Las encuestas a los vecinos de Montes de Oca, nos daba la ventaja en todo momento. El factor sorpresa fue que el partido que finalmente ganó la elección, trajo votantes de otros cantones que empadronaron en Montes de Oca. Posteriormente, hemos constatado que utilizaron la estrategia de “Big Data” para asegurar su votación.
Queda claro que fuimos ganadoras en muchos aspectos. Especialmente, en la siembra de una nueva visión de la mujer en el cantón y en el partido. A eso, le llamo: “Ganar en Montes de Oca”.
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