Recientes estudios señalan que las relaciones en las redes sociales no se pueden catalogar necesariamente como empáticas.
Lamentablemente, la tolerancia, el entendimiento, la comprensión, y las opiniones constructivas no son la regla, sino la excepción… espejo de la sociedad en la que vivimos actualmente, donde las distancias entre las personas no se circunscriben al espacio físico, sino a la indiferencia, a la crítica a cruzar esa frontera del respeto, por lo menos del entendido tradicionalmente por la sociedad.
Es muy común que las personas tengan un espectro de interacción muy en la lógica del “síndrome cebra” donde todos los que piensan como yo entran en una zona de confort y todos los que no piensan como yo en todos mis preceptos de vida son considerados como poco menos que enemigos y, por ende, se convierten en blanco de los desahogos personales y colectivos.
Atrás quedaron los tiempos donde el entendimiento, el respeto y la sana convivencia hacía posible construir familias, barrios y sociedades que reconocían errores, definían la salida y caminaban juntos hacia adelante al tiempo que se acompañaban en las metas que unos y otros se fijaban e iban logrando.
El diálogo de una de las caricaturas más épicas de “Mafalda” nos ilustra socialmente de pies a cabeza, le preguntan que si practica algún deporte de riesgo a lo que ella responde que sí, que a veces da su opinión… creada hace muchos años por cierto, esta imagen de la chica transparente que dice la verdad, pero con inteligencia, se convirtió lamentablemente en un adelanto de la sociedad de hoy.
Hay quienes pueden decir que las distintas presiones sociales, el desempleo, el costo de la vida, el estrés y los problemas familiares son excusas o argumentos para entender este velo del paisaje actual en las redes sociales, donde se extreman posiciones cual blanco y negro contrasta en un mismo animal.
Sin embargo, esos factores no son la verdadera causa de la falta de empatía, respeto y consideración social… la intolerancia de los egos personales que trata de imponer visiones de mundo bajo un verbo cada vez más desenfrenado, tampoco lo es (aunque en muchos casos pinta que sí)… la razón por la cual ahora, bajo propio riesgo, se entra a las redes sociales o se interactúa con otras personas en la calle sabiendo que reina el síndrome de la cebra sigue siendo la misma por la cual la sociedad ha persistido desde siempre, confiar en que la otra persona piensa como yo… solo que ahora la visión de mundo no busca concertar y unir si no se piensa igual, es destruir y menospreciar para demostrar superioridad.
Ante este panorama cebra que vivimos hay dos caminos que tomar: se ignora y se vive feliz, se confronta con ideas ignorando las reacciones, simplemente se bloquea a las personas que no suman constructivamente o se procede legalmente si el daño es sustancial.
Lo cierto del caso es que las redes sociales son una herramienta buena, mala es la persona que la tergiversa para dañar.
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