El gane de Bukele en el Salvador, nos hace recordar el gane de Solís hace ya cinco años y el de Alvarado hace un año, y queda más que probado que existe un descontento hacia los grupos de poder y en los partidos políticos tradicionales, así como a todo lo que ello conlleva: repetición de figuras, protección de intereses particulares, el halo de intocabilidad que se tiene, en el sentido que puedo hacer lo que quiera porque soy impune. Este desgaste ha llevado al poder a partidos emergentes, con nuevas figuras, esperando así, que se dé el tan ansiado cambio; cambio que no llega por el sistema legal y político tan entrabado que existe; situación que un buen sector de los votantes entiende muy bien y se abstiene de participar, pues total un voto no va a cambiar nada y ese valeverguismo es el que ha carcomido a nuestras democracias.
Ese descontento aumenta cuando el cambio no llega, cuando esas figuras que se erigieron como salvadoras no lo son y caen en el mismo saco de sus predecesores, improvisación, no hacer nada, culpar al sistema e incapacidad para llevar a acuerdos y falta de voluntad.
No pueden haber acuerdos nacionales cuando una población, la mayoría y sus líderes son olvidados, pues nuestra democracia es la democracia de los vencedores, y ¿cuál es el porcentaje de esos vencedores en la población?, una minoría. No puede haber acuerdos nacionales y cambios profundos cuando no existe oposición, una verdadera oposición, que rete al gobierno y le exija. A estos problemas, se debe agregar la moda de los últimos tiempos por parte de quienes gobiernan, de nombrar “notables”, elevándolos al nivel de iluminati criollos, sin ninguna representación ni autoridad democrática para que hagan lo que el Presidente de turno no puede o no quiere hacer. Bonita y fácil forma de zafarle el lomo al trabajo.
Está más que demostrado que el sistema tradicional de hacer política ya no sirve, el mundo se mueve a través de las redes y, ¿quiénes son los que manejan y utilizan las redes?, los jóvenes, cualquier persona que aspira a ser un líder debe de enfocarse en los jóvenes, que son el futuro, el pasado ya pasó. Pero qué sucede, ¿quiénes tienen los medios económicos?, ciertamente no son los jóvenes, son los grandes empresarios, los comerciantes y los banqueros, y esos, son los que manejan la política, con sus tratos por debajo de la mesa, sus componendas y la protección de sus intereses olvidan a quienes los mantienen, a quienes pagan por sus productos y servicios y sus altísimos intereses, y quienes hoy por hoy son los más desempleados.
Además de los jóvenes, está la otra población olvidada, los pobres, clase baja, quienes al no contar con los medios necesarios se recuestan en un estado cada día más grande, ineficiente y en bancarrota.
¿Cómo solucionar esto? ¿Una nueva cara? No, no es suficiente, se requiere tiempo, cambio de prioridades y de mentalidad y de enfoque, un compromiso país, pensar en los jóvenes y en los más necesitados, y más que mejoras se requiere REFORMA, a la educación básica, al gasto, al modelo de producción, al sistema tributario, ampliar la base impositiva, reducir impuestos, y por qué no, beneficios tributarios, que es distinto a elusión. Se requiere reformar la Banca, modificar las tasas de interés. Reformar el poder judicial, que se enfoque más en la justicia y no en la legalidad, simplificar. Se requiere reformar el empleo público y las políticas migratorias, pero “de a de veras”, no con parches para tapar huecos.
Se requiere fomentar el dialogo, trabajar con los vencidos, no solo de apariencia, acabar con los favores políticos y la impunidad, a todos, llámese políticos y empresarios, sentar un precedente. Se requiere de un pueblo vigilante, que exija, que proteste y que se defienda.
Se puede lograr, pero muy difícil en esta administración, cuando con la población tan polarizada, se está fomentando silenciar a los sindicatos, y hasta los diputados, más impuestos a la población general y más beneficios a los poderosos, con un líder que no escucha, o sea , más de lo mismo, más parches, más descontento.
Es bien sabido que si un país no tiene una buena economía, no puede tener feliz a su gente, pues no puede garantizar los servicios por los que se pagan los impuestos, y nosotros, la gran mayoría de los ticos, más pobres, más descontentos.
Si queremos vivir bien, mejor debemos de pensar en los niños y jóvenes de Costa Rica, es nuestra obligación construirles una sociedad más equitativa , más justa, más eficiente, dejemos ya de proteger los interés de los políticos y empresarios, seamos valientes, pensemos en Costa Rica primero.
Le deseo toda la suerte a nuestros hermanos salvadoreños y ojala este cambio no se vuelva un espejismo como nos está ocurriendo a nosotros…
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