El arte de cofalearse y otros dramas nacionales

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Cuando la política nacional se transforma en una tragicomedia, con tintes de drama mal actuado y una pizca de telenovela barata, surgen artículos como el del señor Kirk Elías Salazar Cruz. Un ensayo o articulo que parece tarea de ChatGTP que, en su intento de profundizar en los valores y derechos de los adultos mayores, acaba convirtiéndose en un manifiesto oportunista, lleno de lugares comunes y una obsesión por el Cofal, ese humilde ungüento que ahora parece más popular que la Virgen de los Ángeles, si se cofalea cambia la pobreza la inseguridad, tenemos a todas luces un presidente de la asamblea que no esta en condiciones de ejercer el cargo por su estado físico, así como le cuento don Kirk mismas razones pero por senilidad en cantones como el mio Desamparados la alcaldesa no esta en condiciones. La constitución establece edades mínimas para ejercer un cargo, y el papado por ejemplo edades máximas para elegir al papa. No le parece toda una clarividencia.

A ver, don Kirk, ¿en qué momento comparar a Rodrigo Arias con un adulto mayor promedio se convirtió en insulto? Si lo cierto del caso es que las críticas no radican en la edad per se, sino en las capacidades físicas, mentales y emocionales necesarias para asumir un cargo tan demandante. No es gerontofobia, es sentido común. Hay edades para todo, como bien decía Les Luthiers: “Todo tiempo pasado fue anterior”.

Decir que un candidato que apenas puede subir una grada sin jadear tal vez no esté en condiciones de liderar un país no es faltar al respeto; es una observación pragmática. ¿O acaso es casualidad que exista la jubilación? Esa etapa que la mayoría alcanza para, finalmente, dedicarse a actividades más reposadas: cuidar nietos, escribir memorias, o tal vez ver cómo el sol se pone desde una mecedora, mientras un nieto nos alcanza un vaso de agua y no un expediente legislativo de 300 páginas, o conociendo a don Rodrigo siguiendo alguna de las páginas mas seguidas de Costa Rica ( al buen entendedor ).

Don Kirk, no se confunda, el debate aquí no es si respetamos o no a los adultos mayores. Por supuesto que los respetamos, tanto que pensamos que tienen derecho a una jubilación digna, no a seguir cargando con los problemas de un país que necesita vigor, energía y algo más que discursos reciclados y promesas agotadas, pensiones, seguridad, ir al EBAIS y no esperar hasta el final de los tiempos.

Y no, tampoco es un ataque a la dignidad de todos los mayores. Porque si hay algo que tienen las generalizaciones es que son como una receta de gallo pinto mal preparada: no le pegan a todo el mundo. El problema aquí no es la edad de don Rodrigo Arias; es su evidente desgaste, su incapacidad para inspirar confianza o ilusión, y su obsesión con querer volver a ser lo que, quizás, nunca fue.

Lo más curioso es que el artículo de don Kirk habla de unión, respeto y liderazgo mientras echa pestes contra el presidente Chaves. Claro, como ya no hay cómo atacarlo en temas de economía, gestión pública o manejo político, hay que recurrir al clásico “se burló de los viejitos”. Pero no nos engañemos: este debate es como criticar a un chef porque usa cuchillos y no cucharas para cortar carne. Absurdo y fuera de lugar.

Rodrigo Chaves, como cualquier líder, tiene derecho a sus opiniones, incluso si son incómodas para quienes prefieren la tibieza política. Y si de algo carece don Rodrigo Arias, además de un ritmo cardíaco digno de un maratonista, es de autocrítica. En lugar de seguir poniéndose en la palestra como víctima, tal vez debería aceptar que su momento ya pasó. Como dirían los sabios, “quien siembra vientos, cosecha tempestades”.

Y a usted, don Kirk, mi recomendación es sencilla: cambie el Zepol por aceite de bacalao. Quizás le sirva para pensar mejor en su próximo artículo, uno que, esperemos, tenga más sustancia que nostalgia. Porque la dignidad de los adultos mayores no necesita defensores de ocasión; necesita acciones concretas, no discursos vacíos llenos de palabras grandilocuentes.

Al final, Costa Rica no se construye con relatos populistas ni con lágrimas por heridas imaginarias. Se construye con una visión clara y con líderes que tengan la fuerza, el temple y el corazón para llevar al país adelante, sin importar si usan Zepol o Cofal, ni buscarle a Chaves mas enemigos como la Salsa Lizano o la Leche Pinito.

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