El 21 de mayo se celebra el “Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo”, con esta temática desde la UNESCO propone la discusión acerca del papel fundamental del ejercicio de propuestas que potencien la intercuturalidad como mecanismo para la paz y coexistencia entre los pueblos. Lejos del paradigma de estados-nación aislados, cada vez, es más claro la realidad dinámica de la sociedad donde la fluidez de los saberes permite una cercanía que quebranta cualquier barrera física, esta “deformalización” de las fronteras demanda por parte de los pueblos una formación ciudadana que afiance el diálogo, dado que en algunos ámbitos esta comunicación de saberes y tradiciones puede generar alergia en algunos sectores sociales, que debido a una débil formación pueden sentirse aterrados ante el otro y su riqueza cultural.
La cultura es un entretejido de muchos hilos, hablamos de muchas culturas que se difuminan y se encuentran, creando “singladuras”, así como nuevos órganos y sistemas. La cultura no es una estructura gris mono-temática, la cultura es dinámica, relacional, por lo tanto, acercarnos a la cultura de los pueblos nos permite comprender al ser humano dentro de los paradigmas en los que habita.
Lamentablemente, sigue siendo común descubrir muestras de violencia frente a las personas en razón de sus costumbres, tradiciones y saberes; existe una alergia contra lo otro-cultural por parte de grupos que se han auto-designado como los garantes, o grupos culturales de primer mundo; esta violencia estructural se ha diluido en las esferas internacionales, por medio de discriminación ante el inmigrante, ante el religioso o el ateo, ante aquel que comprende su sexualidad de una manera diversa. Son tan plurales las trincheras donde agresor y agredido se encuentran pertrechados, y como sociedad no podemos permitir esto.
En el contexto debemos a viva voz celebrar las diferencias, pero a su vez debemos aplicarnos como ciudadanos comprometidos desde nuestro campo de trabajo, para fortalecer y potenciar el diálogo entre saberes. Lo anterior no implica, perder la tradición personal ante la tradición del otro, sino más bien sentarse a compartir como aquel que comparte el pan con el próximo. En este escenario, los aportes teóricos de pensadores como Martin Buber, Raimond Pannikar y Enrique Dussel, resultan fecundos para fortalecer propuestas en la vida práctica, desde las primeras esferas de la educación hasta la Universidad, desde los procesos educativos formales hasta los informales.
Ahí donde está el otro, habita la oportunidad de una nueva civilización, no podemos pensar en desarrollo sostenible si dejamos de pensar en el otro y en su modo de ser y vivir. Nuestro principal desafío como planeta, es asumirnos como una nación de naciones, como una civilización planetaria. Si bien, la tarea es global, multidimensional, multigeneracional, es oportuno elaborar planes de trabajo a nivel local. En nuestro contexto costarricense, el rol de lo Ministerio de a Cultura y Juventud, por su calidad de rector en área, debe estar en continua renovación, evitando sucumbir ante el moho de la burocracia, hoy más que nunca, en el marco del han nombrado bicentenario, el Ministerio de Cultura y Juventud debe plantear una renovación a partir de un giro en el paradigma de cultura mismo. Este despertar solo surgirá cuando aquellos que se encuentran en vela de la cultura descubran que el edificio del Ministerio de Cutura y Juventud está constituido por muchas voces, pieles y sentimientos, cuando se comprenda que la cultura no es un festival anual o bianual, sino un festival diario colmado de trabajo, sufrimiento, gozo y ante todo esperanza.
Despertar a las culturas es despertar a la humanidad misma, con todas sus diferencias y con todo su esplendor, asumir el reto de una cultura de la hospitalidad y el diálogo es nuestro llamado.
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