En varios países del mundo la Democracia ha enfrentado altos riesgos de ser degradada o sustituida por otras formas de gobierno; países que de una u otra forma han vivido y están viviendo complicados problemas económicos y sociales, algunos de los cuales la sociedad costarricense ya empezó a vivir y sufrir, con visibles posibilidades de agravarse en adelante y de generar el deterioro de la calidad de vida de todos. Esta es razón suficiente para que los costarricenses nos formulemos la pregunta sincera, franca y con visión de futuro, si nuestro sistema republicano y democrático, si nuestra vida de paz, libertad, justicia social, solidaridad, seguridad ciudadana y jurídica y progreso, con miras al bien común, han estado perdiendo valioso terreno. Si es así, los costarricenses debemos revertir esta nefasta degradación de nuestra Democracia y vida republicana; teniendo presente que el artículo primero de nuestra Constitución Política dice que Costa Rica es un República democrática, libre e independiente y que nuestro Estado históricamente se ha destacado en el concierto de las naciones como una Democracia sólida, ininterrumpida, en la que ha primado la paz social, libertad política, derechos humanos y el progreso.
Una de las primeras causas de que la Democracia decaiga es el mal ejercicio del poder – ¡lo venimos sufriendo! ¿Cierto? -, que lleva a la pérdida de confianza y lealtad a los gobernantes y al sistema político. A este respecto, Platón escribió en La República “… el menos preparado puede llegar a gobernar”, al criticar el sistema democrático, y abogaba por el mejor preparado, no militar ni comerciante.
Otra de las causas se da cuando los partidos políticos que alcanzan el poder con el voto popular, no llevan a gobierno los mejores jerarcas, no dan respuestas a los intereses ni a los problemas de la población y se olvidan de mecanismos democráticos como el diálogo, consenso, referendo, mandato revocatorio, plebiscito, cabildo, con los cuales se le da participación y responsabilidades a los pueblos en la solución de sus problemas y se enriquece la Democracia Representativa; mecanismos particularmente necesarios cuando el sistema democrático está viciado; por ejemplo, con indicios de populismo, con endeudamientos irresponsables sin tener el respaldo de una sana economía sostenible y sin resolver la corrupción ni la impunidad.
También, hay que señalar que las demandas de los diversos sectores de la sociedad civil, en ocasiones sobredimensionadas, no siempre corresponden a malestares sociales generalizados, pues solo responden a intereses grupales. Es aceptable, en Democracia, que si los gobernantes ponen oído sordos a las justas y reales demandas de los sectores sin lesionar el Bien Común ni los cimientos de nuestra Democracia, el pueblo tiene el derecho de manifestarse en las calles pacíficamente. Ante la triste decadencia de nuestra Democracia y de la vida republicana, a causa de la corrupción, impunidad, engaños, pérdida de tradiciones culturales y decisiones ilegales del gobierno, se avecinan fuertes y justificadas protestas del pueblo.
No hay duda de que en nuestro país las diversas manifestaciones de violencia, cotidianas y brutales, la descomposición social que estamos presenciando y sufriendo, la gravísima crisis económica, más que fiscal, los odiosos privilegios que engendran odiosas desigualdades sociales y económicas, la insolución de problemas nacionales y locales, el alto costo de vida en este país – en ascenso con el “paquetazo fiscal” -, la existente pérdida de confianza en los gobernantes y en las instituciones republicanas y democráticas, así como el menoscabo de valores espirituales, morales, sociales, cívicos, políticos y culturales, son serias llamadas de atención a los verdaderos demócratas.
Si el expresidente Solís Rivera, en su campaña manifestaba vigoroso, criticando al gobierno de turno: “Con Costa Rica no se juega”, quienes vivimos convencidos de los principios, valores y procedimientos de nuestra Democracia y de las ventajas de una transparente y sólida vida republicana deberíamos decir: “Con nuestra Democracia y nuestra vida republicana no se juega”.
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