Asumir responsabilidades

» Por Nathanael Mejía Z. - Politólogo, Máster en Comunicación Política

Responsabilidad y transparencia son dos palabras que pueden aglutinar, de alguna manera, muchas de las demandas de los costarricenses hoy en día, sobre todo cuando nuestro país enfrenta diversas crisis que urgen de una solución.  Bajo ese precepto, es triste que no pueda recordar un solo escenario en el que un partido político o institución pública haya desarrollado bajo los principios de eficiencia y eficacia una gestión de crisis exitosa y adecuadamente temporizada. Lamentablemente, la insistencia de algunos actores por mantener su orgullo intacto y asemejar la pulcritud en la toma de decisiones ha primado sobre el interés del bien común, ocultando de esta manera la característica de imperfección que define al ser humano.

Este fenómeno solo denota la ausencia de capacidad por parte de personajes e instituciones de gestionar con responsabilidad su Comunicación Política, vital en tiempos donde la desconfianza y la apatía hacia quienes ejercen el poder demandan una mayor transparencia y credibilidad. A manera de ejemplo, los recientes casos de negación de los errores cometidos durante la campaña política actual por parte de los partidos Progreso Social Democrático y Liberación Nacional son solo una muestra fehaciente de que, ante la ausencia de una adecuada Gestión de Crisis, cualquier excusa puede resultar válida en procura del mantenimiento de su “buena” imagen y, en este caso, de su caudal electoral.

La Comunicación Política establece con claridad algunos principios básicos de la buena gestión de crisis para casos como los que hemos atestiguado:

  • La delimitación del contexto: ello contribuye a que los actores identifiquen la coyuntura en la que el error ha ocurrido, así como sus posibles causas.
  • El reconocimiento del error: se determina con objetividad y transparencia los orígenes de lo acontecido, las posibles tareas que se omitieron y las consecuencias obtenidas.
  • La responsabilidad política: se identifica sobre quién(es) recae la responsabilidad del error y se adoptan decisiones respecto a la participación de esta(s) figura(s) dentro la organización.
  • La corrección del error: con esto se define y se comunican las medidas permanentes que se adoptarán para que lo ocurrido no se repita, al mismo tiempo que se asumen compromisos debidamente legitimados para evitarlo.
  • Reposicionamiento institucional: se procura reafirmar el rol de la organización en el quehacer político mediante la reiteración de sus objetivos, misión y visión de cara a la ciudadanía.

Ese es el escenario ideal. Sin embargo, los costarricenses siguen recibiendo evasivas, excusas, señalamientos y hasta acusaciones en medio de cada crisis política. Señores: ¿qué parte no han entendido de que esconder sus errores solo perpetúa el sentimiento de molestia y desconfianza hacia lo político? ¿Por qué en lugar de “disparar a discreción” en busca de culpables no asumen con humildad la responsabilidad política que como protagonistas les corresponde? ¿Cuál es el motivo de seguir evadiendo los cuestionamientos que la ciudadanía y la prensa les realizan de frente?

Los costarricenses enfrentan hoy a una encrucijada que ha sido definida por ellos mismos como “el malo vs el peor”, y estos calificativos no son más que el producto de la mala imagen que tanto partidos como candidatos han reflejado. Los problemas de incapacidad comunicacional que han demostrado solo terminan por validar estos sentimientos y no pareciera que haya interés real en cambiar esta realidad. Por el contrario, cualquier intento de ayuda externa se toma con arrogancia y, por qué no, hasta como un insulto a su “inteligencia”. La poca humildad demostrada por parte de figuras a lo interno de las campañas políticas aleja aún más a quienes, con buenas intenciones, pretenden aportar en la construcción de sus proyectos políticos en beneficio del país.

Pareciera que quienes hoy en día presumen que pueden “mirar a los costarricenses a los ojos” solo son capaces de hacerlo cuando quieren su voto, o bien, cuando alegremente repiten lo que los ciudadanos quieren escuchar. Hoy el clamor de una población cada vez más desencantada de lo político se percibe cada vez con mayor fuerza: “Por favor, señores, ¡asuman su responsabilidad!” Los costarricenses no necesitan que los vean a los ojos cuando les prometen; necesitan volver a confiar, a creer, y eso solo con acciones concretas que garanticen la total transparencia de sus actos dentro de la función pública se puede lograr. Hoy más que nunca es urgente que los seres humanos que forman parte de las campañas políticas acepten con humildad que no hay estrategia infalible, pero que el impacto de sus errores puede ser menor si tienen en mente la necesaria responsabilidad política que debe permear sus acciones y el beneficio que la transparencia de sus decisiones puede acarrear para todos. Sus partidarios y los costarricenses, en general, lo agradecerán.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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