Reportaje

Una vaquita marina muere en una misión de rescate y suspenden el programa

Por Livia Albeck-Ripka

California, 13 nov (NYT) – Cynthia Smith estaba en un bote en el golfo de California durante una tarde ventosa el pasado 5 de noviembre, en busca de uno de los mamíferos marinos más raros del mundo.

Nunca antes los humanos habían capturado y cuidado con éxito a una vaquita marina. Pero Smith, una veterinaria que trabaja con un grupo conocido como Vaquita CPR, sabía que las marsopas, cuyos ojos con bordes negros y narices oscuras les han ganado el apodo de los “pandas del mar”, probablemente desaparecerían sin intervención humana. Los científicos estiman que quedan menos de 30 vaquitas y este intento era visto como una de las últimas oportunidades de rescate.

Cuando Smith y su equipo detectaron un par de marsopas y lograron atrapar a la hembra, tuvieron esperanzas: la vaquita estaba calmada y sus signos vitales eran prometedores. Pero poco después de que la llevaran a un corral marino comenzó a nadar demasiado rápido, y luego disminuyó su ritmo abruptamente. Para cuando los veterinarios la liberaron, ya era demasiado tarde. “Ya no respiraba”, dijo Smith. “Simplemente no pudimos traerla de vuelta”.

En los últimos cinco años, la población de la vaquita, que vive en una pequeña área entre la parte continental de México y Baja California, ha disminuido en un 90 por ciento. Los humanos tienen la culpa, pero ni siquiera es porque las estén cazando.

Estos animales, las marsopas más pequeñas del mundo, se enredan y ahogan en las redes establecidas ilegalmente para atrapar a otra especie en peligro de extinción, un pez llamado totoaba. La recompensa de los cazadores furtivos es la vejiga de la totoaba, un órgano que se considera como un símbolo de delicadeza y estatus en China y llega a venderse por hasta 50.000 dólares en el mercado negro. Se le conoce como la “cocaína acuática”.

México prohibió la pesca de totoaba en 1993 pero fue hasta 2015, cuando el número de vaquitas disminuyó a alrededor de cien, que el gobierno también prohibió la mayoría de las redes agalleras, incluidas las utilizadas para la captura de camarones y otros tipos de pescado que se usan para el totoaba y en la que se atora la vaquita.

Los pescadores pueden utilizar un tipo diferente de red, destinada a capturar peces de corvina, que se supone no posa una amenaza para las vaquitas. Pero, debido a que las temporadas de pesca de corvina y totoaba se superponen, los pescadores pueden esconder las redes de totoaba debajo de las redes de corvina en sus barcos, dijo Lorenzo Rojas-Bracho, director de Vaquita CPR. “Pueden usar la corvina como encubrimiento, y eso fue lo que pasó”, dijo.

La mayoría de los pescadores de la región han estado sin trabajo desde la prohibición y buscan las vejigas natatorias del totoaba, que alcanzan entre los 3000 y 10.000 dólares por kilogramo, dijo Andrea Crosta, director de un grupo que investiga el comercio de ese pez. Por un kilogramo de camarones, el pescador obtendría 200 dólares, en el mejor de los casos.

“Si estás en el agua, no te arriesgas a ir a la cárcel por atrapar camarones”, dijo Dave Bader, vocero de Vaquita CPR.

Después de la muerte de la vaquita capturada, los científicos acordaron poner fin al programa. “La evidencia actual es que las vaquitas no son buenas candidatas para estar protegidas de esta manera”, dijo Smith. “Es desgarrador”.

Los científicos esperaban mantener a los animales en cautiverio temporal y posiblemente criarlos hasta que las redes de fueran eliminadas de su hábitat. Si bien se espera que cualquier animal salvaje experimente algo de estrés cuando es capturado, el grupo había esperado que la vaquita pudiera lidiar con la situación. En octubre, los científicos liberaron una cría de vaquita que habían sacado de las aguas cuando determinaron que era demasiado joven para separarse de su madre.

Otros conservacionistas han sido críticos con el plan. “Les estaba diciendo que esto iba a suceder, van a estresar a los animales”, dijo Paul Watson, fundador del grupo de conservación Sea Shepherd, que también trabaja para proteger a las vaquitas. “Son muy elusivos, muy tímidos; van a matar a una”.

Crosta dijo que si bien admiraba el trabajo de los biólogos, no podían resolver un problema “que comienza en San Felipe y termina en una tienda de China”. Dijo que el destino de la vaquita estaba “completamente en manos de la ley”.

En los últimos dos años, Sea Shepherd y grupos locales han recuperado más de 23.000 metros de redes en el golfo, con un peso de aproximadamente 50 toneladas. Ahora que los esfuerzos para capturar a las vaquitas han fallado, los conservacionistas dicen que tratar el tema de las redes de los cazadores furtivos es la mejor opción para salvar a la especie de la extinción.

Según los conservacionistas, el gobierno mexicano también debe tomar medidas enérgicas contra la pesca ilegal, al tiempo que ofrece alternativas sostenibles para la comunidad. A menudo, la compensación financiera del gobierno nunca llega a las manos de los pescadores porque se desvía por la corrupción, dijo Crosta.

Las economías locales son una consideración importante en la biología de la conservación, dijo Rojas-Bracho. “No se puede salvar a la vaquita y llevar a los pescadores a la extinción”.

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