Por Anja Sokolow (dpa)
Grossräschen/Berlín, 29 may (dpa) – Aquellos que se asoman a la pequeña tienda de orquídeas de Hans-Joachim Wlodarczyk, en la localidad alemana de Grossräschen, apenas pueden imaginarse los secretos que se encuentran en un terreno situado poco más allá.
Y es que, además de los ejemplares en la tienda de la clásica Phalaenopsis que se encuentra en supermercados y viveros, en los invernaderos de este horticultor crecen más de 1.000 especies de orquídeas. Entre ellas incluso algunas rarezas que atraen a visitantes desde el extranjero.
“En todo el mundo hay unas 35.000 especies en estado natural”, comenta Wlodarczyk, de 67 años.
“Solo contando las orquídeas del género Dracula tenemos unos 3.000 ejemplares”, explica mientras muestra una de las plantas, que normalmente crecen en los bosques nubosos de Ecuador y Perú, y cuyas formas y colores recuerdan a los murciélagos.
Aparte de ocuparse de su colección, Wlodarczyk enseña algunas de sus plantas más bonitas en el Jardín Botánico de Berlín, de jueves a domingo. Allí se celebran estos días las Jornadas del Cactus de Berlín, en las que también participan cultivadores de orquídeas.
“La tendencia se inclina hacia las formas naturales y las orquídeas en miniatura. En una vitrina caben hasta 100 ejemplares”, dice Wlodarczyk mirando las miniaturas exóticas, y explica que son una buena alternativa, especialmente para los aficionados que disponen de poco espacio.
Inicios como coleccionista
La pasión del coleccionista por las orquídeas comenzó en la antigua Alemania Oriental (RDA), cuando estas plantas aún se consideraban un tesoro exótico. “Era toda una aventura conseguir una plantita”, recuerda al mencionar su primera orquídea, una cymbidium, procedente de un vivero de la ciudad de Cottbus, cercana a Grossräschen, en el este del país.
“Los dos éramos aficionados a los minerales y yo le cambiaba minerales por orquídeas”, relata al explicar cómo reunió sus primeras plantas.
Poco después, comenzó a utilizar las flores para hacer arreglos, que eran muy populares para el Día Internacional de la Mujer. “Siempre recibía varios pedidos”, apunta.
Después de la reunificación alemana, Wlodarczyk, que en realidad trabajaba como minero, comenzó a construir una segunda fuente de ingresos con un vivero. Al principio, su negocio principal eran las plantas para parterres y balcones, cuenta, y las orquídeas eran un negocio secundario.
Poco a poco, sin embargo, fue creando una red de contactos con viveros de Asia y Sudamérica. Además, comenzó a cultivar sus propias variedades. Así, una orquídea del género Cattleya lleva el nombre de “Grossräschen”, en honor a su localidad natal.
Actualmente, la Asociación de Jardinería de Berlín-Brandeburgo lo considera como uno de los principales proveedores de orquídeas del estado de Brandeburgo.
“Hans-Joachim Wlodarczyk es una figura imprescindible en las exposiciones de jardinería y otras presentaciones. Ha recibido numerosas medallas y premios en exposiciones de jardinería nacionales e internacionales”, explica la entidad.