Por Martina Rathke (dpa)
Rügen (Alemania), 29 may (dpa) – El contramaestre Gerald Schmidt y el estudiante de biología Gai Fox lanzan una red a bordo del barco de investigación “Clupea” en las aguas bajas del mar Báltico de la bahía de Greifswald, el este de Alemania.
La red de fino tejido trae a bordo todo lo que nada a siete metros de profundidad: cangrejos, otros crustáceos y plancton. Pero el botín esperado por los científicos es magro. La red sólo recogió 24 larvas de arenque del Báltico.
La bahía entre las islas de Rügen y Usedom es considerada una de las zonas de desove más importantes de la populación de arenque en la región oeste del mar Báltico. Las costas que bordean estas aguas bajas forman un especie de “gran sartén de paella, con poca corriente y una gran oferta de nutrientes para las larvas”, explica Christopher Zimmermann, director del Instituto Thünen de Pesca del mar Báltico. Eso convierte a la zona es un sitio predestinado para el desove. Según el Insituto Thünen, allí nace casi el 80 por ciento de los arenques que pueblan el sector occidental del Báltico.
Desde 1977, los biólogos marinos miden cada primavera boreal el número anual de larvas de arenque. Los expertos extraen pruebas en 36 puntos de medición entre marzo y junio, de las que determinan el número de larvas y su mortalidad.
Los científicos están cada vez más preocupados en vista de los datos registrados a largo plazo. Desde 2004 la población de arenques produce generaciones cada vez más débiles. “En el año 2016 tuvimos con 0,4 mil millones de larvas de una longitud de 20 milímetros la peor generación desde 1990”, señala Zimmermann. Y el pronóstico para el corriente año también es más bien negativo.
Los expertos tienen por primera vez una explicación para este fenómeno. Sospechan que una serie de causas naturales provoca la muerte de un gran número de larvas en un estadio temprano. Esto podría ser un producto del aumento de la temperatura del agua del mar Báltico debido al cambio climático, si bien el valor apenas ha subido en 0,5 grados. El resultado: “las larvas sencillamente se mueren de hambre”, señala Zimmermann.
La temperatura del agua en las regiones donde hiberna el arenque, el estrecho de Öresund entre Dinamarca y Suecia, determina la migración de los peces para desovar en las aguas bajas de la bahía alemana de Greifswald. Si la temperatura aumenta en el Öresund, los arenques emigran antes hacia las aguas bajas, donde los huevos crecen más rápido debido a las temperaturas más altas y las larvas salen antes del huevo.
Las larvas necesitan inmediatamente alimento. Por lo general, en las aguas bajas al mismo tiempo hay pequeños cangrejos, explica Zimmermann. Pero estos crustáceos se alimentas de fitoplancton, que para crecer no sólo necesita una determinada temperatura sino también luz. En este punto difieren ahora los factores de la cadena alimentaria que antes funcionaban como un sistema cerrado, ya que a diferencia de la temperatura, en los últimos años el nivel de luz en primavera no ha cambiado.
A esto se le suuma otro aspecto: debido al aumento de la temperatura del agua, las algas pequeñas y filamentosas se están convirtiendo en competidoras de otras plantas submarinas y algas mayores donde desovan los arenques. En consecuencia, los huevos de arenque depositados “en las algas mayores son cubiertos por las algas filamentosas. Los huevos no pueden desarrollarse de manera óptima”, señala Zimmermann.
En caso de confirmarse la influencia de la temperatura del agua en la mortalidad de larvas, ésta sería la primera prueba del cambio climático en el desarrollo de una población de peces.