Roma, 27 ago (elmundo.cr) – Slow Food y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han organizado esta semana un viaje de estudios al noroeste de Italia para un grupo de agricultoras sirias.
Las dos organizaciones se han unido para mejorar las aptitudes de las pequeñas productoras alimentarias de Siria, todo ello con el objetivo de apoyar a las comunidades afectadas por el conflicto para que recuperen o mejoren sus medios de subsistencia y relanzar así el sector agrícola del país.
Siete mujeres sirias están recorriendo comunidades agrícolas de las regiones italianas de Piamonte y Liguria, que producen y promueven alimentos locales, orgánicos y artesanales caracterizados por su gran calidad y respeto por las tradiciones.
Se espera que adquieran conocimientos relacionados con todos los aspectos de la producción, comercialización y las cadenas de valor de diferentes productos -incluidos lácteos, miel, aceite, cereales, pan y hortalizas- y que transmitan lo aprendido a otras agricultoras de sus comunidades a su regreso. Las integrantes del grupo serán incluidas en la red mundial de agricultores locales de Slow Food para que puedan seguir aprendiendo y compartiendo esos conocimientos y experiencias.
Las mujeres proceden de las gobernaciones de Homs, Hama, Latakia, Tartous, Alepo, Sweida y Al Qunatra, y producen alimentos locales -un producto por aldea-, desde higos secos hasta miel.
Poseen una parcela de tierra reducida (menos de media hectárea), y producen alimentos para el consumo de su familia, o bien se dedican a actividades como la elaboración de mermeladas, encurtidos, pasta de tomate, queso y otros productos alimentarios para el sustento del hogar.
“Para nosotros es un honor acompañar a estas agricultoras sirias a visitar a nuestros productores y Baluartes”, explicó Nazarena Lanza, coordinadora de área de Slow Food.
Los denominados Baluartes de Slow Food son proyectos que ayudan a los productores artesanales de alimentos y a los agricultores de todo el mundo a salvaguardar su patrimonio alimentario y agrícola. Las mujeres sirias se reunirán con los agricultores de seis de estos proyectos centrados en la producción: mantequilla de alto valle de Elvo, aceite de oliva virgen extra, miel de alta montaña, Robiola (queso) di Roccaverano, cordero Sambucano y ajo Vessalico.
“Nos gustaría aprovechar esta asociación y organizar otros talleres para mejorar la producción de alimentos en zonas semiáridas, utilizando prácticas agroecológicas. Años de conflicto, cambio climático y décadas de monocultivo han llevado a un grave deterioro de la biodiversidad y a la pérdida de conocimientos para dedicarse a la agricultura sostenible,” añadió Lanza.
“Esperamos que este viaje de estudios ayude a las mujeres sirias a aprender habilidades técnicas y empresariales, y a convertir gradualmente sus productos caseros en artesanales, lo que también significa venderlos en un mercado más amplio”, aseguró Patrizia Epifania, Oficial de Programas de la FAO en Siria, que acompaña al grupo durante la gira.
“Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo generalizado de la FAO para impulsar la agricultura y mejorar la seguridad alimentaria de una población que ha pasado por muchas dificultades, pero que está decidida a recuperarse y a ponerse en pie”, aseguró Mike Robson, Representante de la FAO en Siria.
¿Por qué centrarse en las campesinas de Siria?
Ocho años de crisis han dañado a la agricultura en Siria y originado una mano de obra descompensada. En muchos casos, las mujeres se han convertido en el único sostén de la familia y han debido dedicarse a las tareas agrícolas, que a menudo son el único medio de obtener ingresos y mantener a sus familias.
Antes del conflicto, el sector agrícola era predominantemente masculino, lo que significa que las mujeres se enfrentan ahora a diversos desafíos.
A menudo no conocen las reglas del mercado, tienen una capacitación y experiencia agrícola limitada en la producción y comercialización de sus alimentos, y carecen de acceso a información sobre financiación y oportunidades de formación.
“Estamos usando un equipo rudimentario que tenemos desde que éramos jóvenes. Queremos hacer prosperar nuestro negocio con el uso de equipamiento moderno para el envasado, así como medidores de la humedad y acidez, de modo que podamos elaborar productos que cumplan con las normas a nivel mundial. Nuestros higos tienen un alto valor nutritivo y son 100 por cien naturales y de secano”, explicó Afaf Jafaar, madre de cinco niños que cultiva y seca higos -la única fruta disponible en su aldea-, y una de las mujeres que participa en el viaje de estudios a Italia.
Aicha Dalati es una apicultora de la ciudad de Alepo que tuvo que huir a causa de los enfrentamientos tras perder todas sus colmenas. Ahora ha recomenzado su vida y medios de subsistencia en una aldea cercana y también forma parte del grupo. Aseguró que se ve obligada a vender su miel a nivel local.
“El transporte representa un problema. También el hecho de que no consigo ver una ganancia de forma inmediata, ya que me pagan a plazos. Si pudiera vender mis productos adecuadamente, mi vida sería mejor”, dijo Aicha.
“Quiero aprender de los agricultores italianos – añadió- y ver cómo puedo ampliar mi negocio”.
Más información sobre la labor de la FAO y Slow Food en Siria
La FAO apoya a las productoras rurales sirias y a sus comunidades para que sean más resilientes, mejorando su capacidad de producción de alimentos y sus aptitudes empresariales. La FAO les aporta insumos de calidad (como semillas y fertilizantes) y capacitación en agricultura sostenible y comercialización. También desarrolla sistemas de irrigación; y crea y apoya a grupos de mujeres productoras y usuarias de agua, reforzando su papel ahora que están asumiendo numerosas responsabilidades.
Slow Food es una red mundial de comunidades locales fundada en 1989 para prevenir la desaparición de las culturas y tradiciones locales en materia de alimentación y contrarrestar el auge de la cultura del fast food. Desde su fundación, Slow Food se ha convertido en un movimiento global que implica a millones de personas en más de 160 países, trabajando para garantizar que toda la población tenga acceso a una alimentación “buena, limpia y justa”. En Siria, Slow Food ha creado un convivium (grupo local) y diez huertos escolares, con el objetivo de crear una red Slow Food más amplia en la región árabe.