Una vez más, la Selección de Costa Rica sufrió una dolorosa derrota ante Panamá, prolongando una racha negativa que ya suma dos años y ocho meses sin poder vencer a su rival del istmo. Con un marcador de 0-1 en el Estadio Nacional, los canaleros dieron un paso firme hacia las semifinales de la Liga de Naciones de Concacaf y aseguraron su boleto a la próxima Copa Oro. Para la Tricolor, fue una noche para el olvido, que dejó a la afición costarricense frustrada y molesta, expresando su descontento con silbidos al finalizar el encuentro. Y tomando el papel de hijos ante los canaleros.
El equipo dirigido por Thomas Christiansen llegó a territorio costarricense con la confianza de haber ganado los últimos enfrentamientos y volvió a demostrar su superioridad en el terreno de juego. El gol del triunfo panameño llegó al minuto 70, cuando José Fajardo convirtió un penal tras una falta cometida por Juan Pablo Vargas sobre Adalberto Carrasquilla. Este tanto no solo significó la victoria en el partido de ida, sino que también evidenció nuevamente las carencias defensivas y de juego colectivo de Costa Rica.
Un golpe de realidad para la Tricolor
La afición costarricense, que desafió el frío y la lluvia para apoyar a su selección, esperaba ver una mejora en el desempeño del equipo nacional. Sin embargo, lo que presenciaron fue un conjunto sin ideas claras, incapaz de generar peligro real y que dependió en exceso de las jugadas a balón parado. A pesar de mostrar una mejor versión en la primera mitad, la Tricolor no supo capitalizar las oportunidades y se desinfló en el segundo tiempo.
Brandon Aguilera intentó ser el motor creativo del equipo, buscando desmarcarse y conectar con sus compañeros, pero sus esfuerzos fueron insuficientes. Manfred Ugalde luchó en ataque, y Patrick Sequeira, en la portería, mostró seguridad en las pocas intervenciones que tuvo. No obstante, el aparato defensivo volvió a fallar en momentos cruciales, y la falta de contundencia en el ataque dejó a Costa Rica sin argumentos para revertir el marcador.
La inclusión de Jeyland Mitchell como lateral no rindió los frutos esperados. El jugador del Feyenoord se vio condicionado tras recibir una tarjeta amarilla en el primer tiempo por un altercado con José Fajardo, lo que limitó su desempeño y, además, lo deja fuera del partido de vuelta en Panamá por suspensión. Claudio Vivas, técnico interino de la Selección, mostró su descontento con el accionar de Mitchell y de Jefferson Brenes, quien tampoco logró influir positivamente en el juego.
Panamá consolida su dominio
Por su parte, Panamá demostró por qué se ha convertido en una pesadilla recurrente para Costa Rica. Con un proceso sólido de cinco años bajo el mando de Christiansen, los canaleros exhibieron un juego ordenado, adaptándose a las condiciones del partido y aprovechando los errores del rival. Inicialmente, optaron por un juego más físico, buscando friccionar y cortar el ritmo de la Tricolor. Tras el gol, supieron manejar los tiempos y controlar los intentos desesperados de Costa Rica por igualar.
La estrategia panameña de neutralizar las bandas y cerrar espacios fue efectiva. Además, la experiencia de jugadores como Adalberto Carrasquilla y José Fajardo marcó la diferencia en momentos clave. La confianza y cohesión del equipo visitante contrastaron con la confusión y falta de identidad de la selección costarricense.
Afición decepcionada y una misión complicada
Al finalizar el encuentro, los pocos aficionados que permanecieron en las gradas del Estadio Nacional expresaron su frustración con una sonora silbatina. La neblina y la lluvia parecían reflejar el ánimo sombrío de una hinchada que esperaba un cambio y se encontró con más de lo mismo: una selección que no logra levantar cabeza y que sigue acumulando decepciones, especialmente ante un rival que históricamente no representaba una amenaza tan grande.
La derrota no solo afecta el orgullo nacional, sino que complica seriamente las aspiraciones de Costa Rica en la Liga de Naciones de Concacaf. El partido de vuelta, programado para el 18 de noviembre en el Estadio Rommel Fernández de Panamá, se presenta como una tarea titánica. La Tricolor necesita ganar por más de un gol de diferencia para avanzar, algo que parece difícil considerando el momento actual del equipo y el sólido desempeño de Panamá.
Reflexión y necesidad de cambios profundos
Esta nueva caída ante Panamá obliga a una profunda reflexión en el fútbol costarricense. La falta de un proceso consistente, los constantes cambios en el cuerpo técnico y la ausencia de renovación en la plantilla están pasando factura. Mientras otras selecciones de la región avanzan y consolidan sus proyectos, Costa Rica parece estancada, aferrada a glorias pasadas y sin un rumbo claro hacia el futuro.
La directiva de la Federación Costarricense de Fútbol y el cuerpo técnico deberán tomar decisiones importantes si quieren revertir esta situación. Los jugadores, por su parte, necesitan recuperar la confianza y el compromiso para representar dignamente al país. De lo contrario, el abismo entre la selección y la afición seguirá creciendo, y el sueño de clasificar a torneos internacionales se alejará cada vez más.
La esperanza es lo último que se pierde, pero el tiempo apremia. Costa Rica está obligada a mostrar una cara distinta en Panamá, no solo por el resultado, sino por el honor y el respeto a una historia que no merece ser empañada por repetidos fracasos ante un rival que, hace no mucho, veía a la Tricolor como un ejemplo a seguir.