Fútbol Nacional

Opinión: Hugo Cruz se juega más que un clásico

Hugo Cruz está a las puertas de una decisión que marcará su carrera: dejar las canchas y asumir funciones administrativas dentro del arbitraje nacional. Su experiencia lo respalda, su hoja de vida impone respeto, pero su próximo partido lo expone como pocas veces antes. Este domingo, Cruz podría dirigir su último clásico nacional entre Saprissa y Alajuelense. El contexto no podría ser más complejo.

El arbitraje costarricense vive horas bajas. Las semifinales del Torneo Clausura 2025 dejaron una estela de errores que minaron la confianza de clubes, jugadores, dirigentes y aficionados. A ello se suma la presión sobre una Comisión de Arbitraje cuestionada, fragmentada y empujada a tomar decisiones drásticas. En ese clima, Cruz no dirigirá solo un partido: cargará con el peso de toda una coyuntura.

Los clubes piden lo de siempre, pero más que nunca: un arbitraje sin errores gruesos. Un encuentro que no se decida por una mano no vista, una falta mal interpretada o una tarjeta evitada. El margen de error es cero, y Hugo Cruz lo sabe.

No solo porque su reputación está en juego, sino porque este clásico puede definir su aterrizaje —suave o turbulento— en las oficinas del arbitraje nacional. Un partido limpio, sin polémicas, le abriría las puertas a una transición ordenada. Un clásico manchado por decisiones dudosas puede dejarlo sin cancha… ni escritorio.

Además, hay un elemento político que no se puede pasar por alto: al frente estarán dos clubes cuyos presidentes tienen peso en el Comité Ejecutivo de la Federación Costarricense de Fútbol. Las lecturas serán inevitables, las reacciones inmediatas y las consecuencias potencialmente duraderas.

La Comisión de Arbitraje ya dio los nombres. Cruz estará acompañado por Danny Sojo y Diego Salazar como asistentes, Steven Madrigal como cuarto árbitro y Bryan Cruz y Anthony Bravo en el VAR. Pero todos los focos, todas las cámaras y todas las críticas estarán sobre el central.

Cruz no solo debe impartir justicia. Debe demostrar que el arbitraje todavía tiene figuras confiables, con liderazgo y criterio. Si lo logra, puede irse con dignidad hacia una nueva etapa. Si no, quedará atrapado en la misma tormenta que sacude hoy al arbitraje costarricense.

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