Fútbol Nacional

El León volvió a rugir con algo más que fútbol: Esto fue lo que Machillo les recordó a los jugadores

Óscar “Machillo” Ramírez no solo ha devuelto a Alajuelense a una final más, también le devolvió algo mucho más valioso: el sentido de pertenencia, el orgullo de portar la camiseta rojinegra y el fuego interno que define al verdadero jugador manudo.

En un momento en que el club y su afición pedían más que resultados, el Machillo llegó con identidad. En cada gesto, en cada silencio estratégico, en cada formación táctica, está el eco de quien vivió el camerino, la grada y la exigencia de ser leyenda en el Morera Soto.

Al ser consultado sobre cómo logró trasladar ese ADN liguista al grupo actual, Ramírez fue claro pero humilde:

“Es todo un tema. Jugué 10 años acá, viví procesos donde no se ganaba y otras cosas que tocó enfrentarse. Hay que saber encontrar la fórmula de ser jugador de Alajuela, eso cuesta, pero las ganas y los deseos la gente los tenía.”

Pero más allá de fórmulas tácticas, Machillo tocó la fibra del grupo desde la responsabilidad:

“La identidad es algo interno. Si a uno lo contratan, debe ser buen trabajador, responsable, coherente. Aquí hay que saber ser futbolista, entender que uno representa a mucha gente que espera algo de uno.”

Isaac Badilla jugó un partido en el CAR
Isaac Badilla jugó un partido en el CAR

🔴 El regreso que lo cambió todo

Ramírez también confesó qué lo motivó a volver al banquillo:

“Lo que me devuelve la ilusión un poco fue el hecho de regresar al CAR, trabajar con los muchachos. Hoy ver a Pérez y Badilla jugando por los extremos… estamos ganando una experiencia tremenda con jóvenes nacidos acá en Alajuela.”

Y aunque no se deja atrapar por la euforia, reconoce lo que está en juego:

“Lo del sexto título hay que jugarlo y vivirlo. Contra Herediano será difícil, pero hay que jugarlo. Lo que me gusta es la entrega de los muchachos.”

🦁 Un León con alma renovada

Hoy Alajuelense no solo gana partidos, gana confianza, gana respeto, y vuelve a inspirar. Y eso, para la afición manuda, es tan importante como cualquier trofeo.

La huella del Macho no se mide solo en goles. Se ve en cómo los jugadores se tiran al piso a barrer, en cómo cierran los partidos con el pecho inflado y en cómo la afición volvió a creer.

Porque cuando el León ruge con identidad, todo el país lo escucha.

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