La dirigencia de Alajuelense no deja nada al azar. No quiere que se le escape ningún detalle en su camino hacia la estrella número 31.
La Junta Directiva apostó por un técnico de cartel como Alexandre Guimaraes, el más experimentado disponible en el mercado nacional. Guimaraes se marchó del club con un equipo invicto como local durante poco más de un año, con un buen porcentaje de rendimiento que llegó al 67%. Sin embargo, sus resultados ante los rivales directos —y una seguidilla de empates— lo alejaron del liderato general. La Liga pasó de estar cómodamente acechando la cima, a correr el riesgo de ser alcanzada por un Saprissa que, aunque hoy está en la quinta posición, está fuera de la zona de clasificación.
Cualquier otra dirigencia pudo haber tenido un poco más de paciencia, pero esta no quiere cabos sueltos. Detectó que el equipo no caminaba al ritmo esperado y abrió la puerta de salida del cuerpo técnico anterior sin mayor contratiempo.
No obstante, el plantel de Alajuelense también debe hacer un ‘mea culpa’ profundo. Hay que decirlo claro: no todo es culpa de Guimarães. ¿O acaso él es responsable de que Alejandro Bran haya fallado el penal? ¿O de que Celso Borges decidiera no cobrarlo? No lo sabremos…
A inicios de enero lo advertí: la salida de Leonel Moreira, un jugador con contrato vigente, marcó un precedente. Desde entonces, Alajuelense ha reiterado en dos ocasiones que esa fue la muestra de que aquí no se “chinea” a nadie.
A los jugadores de Alajuelense se los explico de nuevo: tener contrato vigente no significa tener la continuidad asegurada.
La puerta de salida está abierta para cualquiera, en el momento que sea. Con contrato vigente o por vencer.
Artículo de opinión.
