Heredia, 4 ago (elmundo.cr) – El Programa de Rumiantes Menores de la ECA-UNA lleva a cabo un proyecto de mejoramiento genético denominado “Caracterización genómica de cabras lecheras y ovinos de carne costarricense, para la identificación de individuos promisorios como base de un programa de mejoramiento genético”, que se realiza en conjunto con la Escuela de Biología de la UNA.
La académica Isabel Camacho, encargada del proyecto indicó que hace algunos años lograron obtener permiso de Senasa para importar semen caprino de Estados Unidos y Canadá, y Senasa importó semen ovino de Nueva Zelanda, con el objetivo de disminuir la endogamia y mejorar la eficiencia productiva de los hatos.
“Nuestros investigadores han recibido capacitaciones de expertos internacionales y han viajado a países como Argentina y Uruguay para aprender técnicas bioreproductivas como, sincronización de celos, inseminación artificial intra-cervical (semen fresco, enfriado, refrigerado y congelado), inseminación artificial intrauterina y técnica de ovulación múltiple y transferencia de embriones”, agregó.
Camacho indicó que “por el momento tenemos un pequeño laboratorio donde hemos ido avanzando poco a poco, nuestro objetivo es convertirnos en un centro de mejoramiento genético, desde donde podamos dar seguimiento a los animales genéticamente superiores, extraer su semen para uso de laboratorio, o para venderlo a los productores a un precio accesible”.
En los últimos años la producción caprina y ovina ha ido en crecimiento constante ante la demanda del mercado nacional e internacional de carne y leche en ambas especies, así como los subproductos de las mismas.
A principios de los 80 la Escuela de Ciencias Agrarias (ECA-UNA) iniciaba en la Finca Experimental Santa Lucía, un proyecto sobre el manejo de caprinos a cargo del académico jubilado Edwin Ávalos, quien utilizaba algunas cabras y ovejas con fines meramente académicos.
En 1987 y tan solo dos años después de haber ingresado a trabajar a la UNA Camacho tomaba bajo sus riendas aquel proyecto, cuyo primer objetivo fue la producción y capacitación caprina a productores heredianos, con el financiamiento de la Fundación para el Fomento y Promoción de la Investigación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (Fittacori).
“Con este primer proyecto nos dimos cuenta que los productores necesitaban mucha capacitación a nivel sanitario, nutricional y reproductivo; podríamos decir que solo el uno por ciento de los productores nacionales pasteurizaban la leche en ese momento. Con los fondos obtenidos compramos una máquina para pasteurizar y se apoyó la conformación de una cooperativa de productores de Heredia llamada (Aprocahe), cuyos asociados fueron capacitados en diferentes áreas de la producción caprina y pasteurización artesanal ”, dijo Camacho.
Fue ahí donde también se vio la necesidad de crear un valor agregado al producto, y desde el proyecto, se promovieron capacitaciones para producir queso y posteriormente yogurt, agrega.
“Todo lo que nosotros íbamos aprendiendo se lo dábamos a los productores, ya no solo de Heredia sino del país, inclusive hicimos convenios con el Instituto Nacional de Aprendizaje para el desarrollo de cursos. El siguiente paso se centró en la comercialización de estos productos”, cuenta Camacho.
Ya para la década del 2000 los productos caprinos y ovinos se ganaban un espacio en la mesa del costarricense, y la producción pasó a convertirse para muchos en una actividad económica primaria.
Según Camacho “es muy común que quien tiene cabras tenga ovejas, y se desarrolla además en muchísimos casos como una actividad familiar. Muchos de los productores que capacitamos en el inicio del proyecto, hoy convertido en programa, ya tienen sus pequeñas empresas, y comercializan sus productos en supermercados, incluso en cruceros como una delicatessen”.
La UNA también se incorporaba al mercado al crear en el 2013 la marca “Finca Santa Lucía” con la que comercializa en la actualidad leche, queso y yogurt en distintos sabores, próximamente trabajarán con queso maduro.
También contribuyó a este auge el Ministerio de Agricultura y Ganadería al crear un Programa de Investigación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (PITTA) para cabras, que posteriormente se denominó PITTA-Ruminates menores y que según Camacho fomentó la actividad y dictó directrices y políticas en beneficio del sector.