San José, 6 dic (elmundo.cr) – Cuatro elecciones nacionales y cuatro candidaturas presidenciales de hombres, esa es la realidad política del partido “feminista” Frente Amplio.
Y es que según el estatuto del Frente Amplio, se define que “el Frente Amplio es FEMINISTA. Rechaza el sistema de dominación sexista y patriarcal. Promueve la igualdad de género y la democracia paritaria”.
Pero a pesar de proclamar lo que llaman democracia paritaria, lo ciertos es que desde le añ0 2010, cuando participaron por primera vez en una elección presidencial, todos sus candidatos han sido hombres.
Su primera participación en el 2010 fue encabezada por el exrector del Instituto Tecnológico de Costa Rica, Eugenio Trejos, que venía ungido como el líder del movimiento contra el TLC con EEUU, que culminó con el referéndum de octubre de 2007.
Para su segunda participación en el 2014 los frenteamplistas llevaron como candidato presidencial a José María Villalta, el dirigente histórico que junto a Patricia Mora mantienen un control casi total de las estructuras partidarias.
Para las elecciones 2018 y después de un trabajo bastante cuestionado en la Asamblea Legislativa, el partido de izquierda llevó como candidato al dirigente estrella contra la minería en Crucitas, Edgardo Araya.
Y ya para la última elección en el 2022, repitieron con Villalta, un candidato que participa en todos los procesos, cuando es diputado pasa a ser candidato presidencial, y cuando no es legislador aspira a volver a la Asamblea Legislativa.
Para el 2026, el Frente Amplio podría seguir como un partido feminista en el papel, porque en la realidad prefieren traer candidatos de afuera que llevar una mujer militante como candidata presidencial.
Entre las mujeres que podrían tener la bendición de los líderes del partido en las próximas elecciones estarían las actuales diputadas, Sofia Guillén y Rocío Alfaro, o la misma Patricia Mora.
Queda por verse si el Frente Amplio cumple con su estatuto que dice que “se compromete a la realización de acciones permanentes dirigidas a garantizar el libre ejercicio de los derechos políticos de las mujeres y erradicar toda forma de discriminación, sexismo, segregación, roles, mandatos y estereotipos basados en su género”.