Utah, 10 nov (elmundo.cr)– En el bosque nacional de Fishlake, en Utah, Estados Unidos, se encuentra uno de los organismos más antiguos y asombrosos del mundo: Pando, un bosque clonal de álamos temblones (Populus tremuloides) que, a simple vista, podría parecer un conjunto de árboles individuales. Sin embargo, este gigante es un solo organismo que se extiende sobre 43 hectáreas y cuenta con más de 47,000 árboles interconectados a través de un mismo sistema de raíces.
Pando, cuyo nombre significa “yo me extiendo” en latín, ha existido por al menos 80,000 años, aunque algunos científicos sugieren que podría tener hasta 1 millón de años. Cada tronco visible en el bosque de Pando es en realidad una ramificación de un mismo organismo, un ser que se regenera constantemente mediante brotes clonales que emanan de un vasto sistema de raíces subterráneas.
Un ser vivo que desafía el tiempo
La increíble longevidad de Pando se debe a su capacidad para regenerarse. Cuando uno de sus troncos muere, el sistema de raíces produce nuevos brotes que eventualmente crecen hasta convertirse en árboles maduros, manteniendo así al organismo vivo a través de miles de años. Esta habilidad para clonarse ha permitido a Pando sobrevivir a cambios climáticos extremos y a la actividad geológica de la región.
A pesar de su antigüedad, Pando enfrenta desafíos en la actualidad, como el cambio climático y la actividad humana que han afectado su regeneración. La presencia de ciervos y alces, por ejemplo, impide el crecimiento de nuevos brotes, ya que se alimentan de ellos antes de que alcancen la madurez.
Importancia ecológica y científica
Pando es una maravilla biológica y un tesoro científico, no solo por su antigüedad sino también por su extensión, ya que se considera uno de los organismos vivos más grandes por biomasa. Además de ser hogar de una rica diversidad de flora y fauna, Pando representa una ventana única para estudiar la adaptación y la longevidad en organismos clonales.
La protección de Pando se ha convertido en una prioridad para biólogos y conservacionistas, quienes buscan preservar este extraordinario ser viviente para futuras generaciones. Su historia milenaria y su singularidad lo convierten en un símbolo de resiliencia y un recordatorio de los increíbles misterios que la naturaleza aún guarda.