¿Un presidente en venta? Rodrigo Chaves podría renunciar para buscar poder en el Congreso

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La política costarricense vive una de sus mayores paradojas: un presidente que, a mitad de su mandato, contempla abandonar el cargo para lanzarse al Congreso. ¿Es esto una muestra de un liderazgo comprometido con el futuro del país o simplemente el reflejo de una ambición desmedida por el poder?

El 6 de enero, Pilar Cisneros, diputada y jefa de fracción del Partido Progreso Social Democrático (PPSD), lanzó una declaración que debería encender las alarmas de cualquier ciudadano preocupado por la gobernabilidad de Costa Rica. Según Cisneros, Rodrigo Chaves estaría evaluando la posibilidad de renunciar a la presidencia a principios de julio para postularse como diputado en las elecciones del 2026. Un acto que, más allá de la especulación política, plantea una gran pregunta: ¿Realmente está el presidente comprometido con su mandato, o simplemente ve el cargo como una escalera para continuar sus ambiciones personales?

Una estrategia política irresponsable

Renunciar a la presidencia a medio mandato para buscar otro cargo político, aunque legalmente posible, resulta una jugada completamente irresponsable. El presidente de la República no debe ser visto como un jugador de ajedrez en un tablero de poder; su prioridad debe ser el bienestar de la nación, la solución de los problemas sociales, económicos y políticos que afectan a los costarricenses. Chaves ha sido elegido por el pueblo para gobernar, y el hecho de que ahora contemple la opción de dar un paso al costado por su propia conveniencia política refleja una alarmante falta de compromiso.

La declaración de Cisneros no hace más que reafirmar lo que muchos ya sospechaban: la política para Rodrigo Chaves podría ser solo un medio para alcanzar más poder. Su renuncia, por más estratégica que se intente justificar, no es más que una muestra de que la política se está utilizando para satisfacer ambiciones personales, dejando de lado el deber de gobernar con responsabilidad.

Una maniobra para mantener el poder

Lo más preocupante de esta posible renuncia no es solo el hecho de que un presidente abandone su cargo a mitad de camino, sino que la razón detrás de esta decisión parece estar profundamente enraizada en una jugada política calculada. Chaves, aparentemente, buscaría maximizar su influencia en el Congreso, en lugar de resolver los problemas urgentes que enfrentan los costarricenses. ¿Dónde queda la responsabilidad que debería tener un líder de la nación? ¿Acaso su mandato no merece más que un par de años de atención plena antes de buscar otros horizontes?

Al final, este movimiento no es solo una mala señal para la democracia costarricense, sino también para la ciudadanía, que ve cómo las promesas de un gobierno se desvanecen ante la perspectiva de un poder aún mayor. La política se convierte en un juego de poder, en lugar de ser un verdadero espacio para construir soluciones duraderas.

¿Qué nos espera con este tipo de líderes?

La política no debe ser un trampolín para que los líderes busquen el poder por el poder mismo. El país necesita gobernantes que antepongan el bienestar colectivo a sus intereses personales. Chaves, en lugar de fortalecer las instituciones y abordar los problemas más urgentes, parece estar dispuesto a entregar la presidencia para adentrarse en el ámbito legislativo, donde, como diputado, podría continuar su carrera política sin las ataduras de un mandato presidencial.

El hecho de que un presidente considere esta opción refuerza la sensación de que, en la política actual, los principios y valores están por debajo de las estrategias personales. Este tipo de decisiones no solo alimentan la desconfianza en el liderazgo, sino que también refuerzan la percepción de que, en Costa Rica, la política sigue siendo un juego para unos pocos, mientras el pueblo queda relegado a un segundo plano.

Una lección de desconfianza

Si Rodrigo Chaves decide seguir adelante con esta renuncia, el mensaje será claro: la política es un negocio en el que los compromisos y las promesas son fácilmente desechables cuando el poder se encuentra en juego. Los costarricenses merecen un liderazgo serio y responsable, no un presidente que elija abandonar el barco para navegar hacia aguas más tranquilas, en busca de una nueva posición de influencia.

Al final, Costa Rica no necesita más “jugadores de poder”. Necesita gobernantes dispuestos a cumplir con su responsabilidad hasta el final, sin mirar atrás, ni dejar de lado el mandato democrático que les fue conferido. Si Rodrigo Chaves opta por renunciar, se estará mostrando como un político más preocupado por el poder que por la nación.

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