¿Qué hay en tu plato? El impacto silencioso de la desmineralización del suelo en nuestros alimentos y en la salud

» Por Dra. Mally Vásquez Carvajal - Colegio de Profesionales en Nutrición

“Somos lo que comemos” es una frase muy conocida, pero ¿no sería más bien “somos el resultado de lo que le hacemos al ambiente”? Diariamente consumimos alimentos en varios tiempos de comida y sabemos que pudieron haber sido producidos dentro o fuera del país, pero pocas veces reflexionamos sobre el verdadero origen de lo que comemos y cómo nuestras acciones y las de otros en el ambiente, están afectando la salud del suelo y, por ende, el contenido de nutrientes de los alimentos.

La desmineralización del suelo puede ser atribuida a varias causas, entre las cuales destacan la explotación de la tierra (agricultura intensiva), el uso excesivo y desmedido de fertilizantes químicos y pesticidas, así como la erosión. La agricultura intensiva, específicamente, gasta rápidamente los nutrientes del suelo, porque las plantas extraen minerales esenciales como el calcio, magnesio, potasio u otros nutrientes, que al no permitirle al suelo recuperarse, se reducen considerablemente los niveles de estos minerales.

Los fertilizantes químicos, aunque son utilizados para reducir el tiempo de producción, promueven la desmineralización porque generalmente brindan una limitada cantidad de nutrientes, tales como nitrógeno, fósforo y potasio, pero no aportan otros que son necesarios para la salud del suelo y de las plantas. Asimismo, alteran los microorganismos presentes en el suelo que contribuyen a su mineralización natural.

Adicionalmente la erosión elimina la capa superior del suelo, que es la más rica en nutrientes, cuyos efectos se potencian por las prácticas agrícolas inadecuadas, la deforestación y el cambio climático, que lamentablemente aumentan las sequías, lluvias extremas, entre otros.

La calidad nutricional de los alimentos depende en gran medida del contenido mineral del suelo en el que se cultivan. A medida que los suelos se desmineralizan, las plantas tienen menos acceso a los minerales necesarios para su crecimiento y desarrollo y esto a su vez se traduce en una menor cantidad de nutrientes en los productos agrícolas. Es decir, que las frutas, verduras, vegetales y granos que comemos a diario, pueden tener menos vitaminas y minerales que los que comían nuestros abuelos.

Pero, ¿eso al final por qué es importante? No sólo porque nuestros antepasados tenían una mejor condición de salud, sino también porque la deficiencia de minerales en los alimentos está trayendo grandes consecuencias para la salud humana actual. Minerales como el hierro, zinc, magnesio y selenio son esenciales para el cuerpo, ya que participan en la producción de energía, la función inmunológica y la prevención de diversas enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares.

Ahora, ¿qué podemos hacer nosotros como consumidores para contribuir a la reducción de esa desmineralización? Muy sencillo: reduciendo la producción de residuos en nuestros hogares, favoreciendo la producción de compost a partir de los residuos orgánicos y adquiriendo productos cultivados de manera sostenible en apoyo a los agricultores locales que utilizan prácticas sostenibles (regenerativas) y amigables con el ambiente.

Debemos concientizarnos de que esta desmineralización tiene un gran impacto en la calidad nutricional de los alimentos y, por ende, en la salud humana, por lo que no puede ser subestimado. Es importante concientizarnos, educarnos y educar a otros sobre la importancia de la calidad del suelo y la necesidad de acciones inmediatas para lograr cambios hacia sistemas alimentarios más sostenibles y nutritivos.

Medidas rápidas y pequeñas pueden contribuir a la reducción del deterioro, mejora de la calidad y productividad del suelo, protegiendo así este recurso insustituible para el futuro, que al igual que el agua, está dejando de ser un recurso inagotable.

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