El presente año post pandemia debería haber significado una fase de recuperación de la actividad económica costarricense, no obstante, según índices del Banco Central de Costa Rica (BCCR) en el último trimestre se ha presentado una desaceleración importante con respecto al año anterior. En setiembre de 2021 el índice registró una variación de crecimiento del 11,7% y al cabo de setiembre de 2022 registró solo un 3.0%.
Pese a esta desaceleración, el régimen de zona franca presentó un crecimiento del 13.7% según estadísticas del BCCR, esto quiere decir que la inversión extranjera directa sigue ganando terreno en el país y que existe un gran interés por parte de las empresas e inversionistas internacionales en acceder al régimen.
Si bien una gran parte de las empresas del régimen están localizadas en el Gran área Metropolitana (GAM) el interés del régimen no ha sido centralizar todo este crecimiento y dinamismo económico. Existe voluntad política para que las áreas costeras y descentralizadas del país también se beneficien, y tal es así que se creó la Ley N° 10234 denominada “Ley de fortalecimiento de la competitividad territorial para promover la atracción de inversiones fuera de la Gran Área Metropolitana”, la cual impulsa la apertura de nuevas empresas fuera del GAM bajo el modelo de zona franca, con el objetivo de llevar oportunidades de empleo formal y crecimiento socio-económico.
Por otra parte, la seguridad jurídica con la que cuenta el régimen es un foco de atracción para la inversión extranjera directa, ya que, existe un marco legal muy sólido a través de la institucionalidad y de la Ley N°7210 del Régimen de Zona Franca y su reglamento.
El aumento de la inversión en sectores como tecnología, industria médica, manufactura y servicios ha incentivado que Costa Rica se visione como un hub logístico y un clúster de desarrollo tecnológico.
Este tipo de inversiones que se producen a través de la figura del régimen de zona franca permite que se creen spillovers o derrames importantes de conocimiento sobre la población e industria, al mismo tiempo potencia los encadenamientos productivos y la inserción de empresas en cadenas globales de valor.
Definitivamente la apuesta por la apertura comercial y la inversión extranjera directa ha generado y seguirá incentivando el crecimiento de las zonas francas del país, que trae consigo mayores índices de empleabilidad y dinamicidad de los sectores productivos, que deben dirigirse cada vez más hacia una economía del conocimiento y de mayor valor agregado en busca de competitividad.
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