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Plomo: el enemigo invisible entre nuestros alimentos

» Por Dra. Heidy Villalá Rodríguez - Colegio de Profesionales en Nutrición

El plomo es un elemento tóxico presente de forma natural en la corteza terrestre, el aire, la comida, el agua y el suelo. La OMS ha clasificado el plomo entre las 10 sustancias químicas más peligrosas para la salud pública y en 2021 causó más de 1,5 millones de muertes a nivel mundial.

Los segmentos de la población más vulnerables son las mujeres en edad fértil (ya que el plomo atraviesa la placenta y llega al feto) y las niñas y los niños pequeños, pues lo absorben entre 4 y 5 veces más que los adultos. De hecho, si estos últimos están desnutridos, los efectos del plomo aumentan porque usualmente tienen carencias de hierro y calcio, elementos que inhiben su absorción.

Las principales fuentes de contaminación ambiental por plomo son la minería, la metalurgia, la fabricación industrial, el reciclaje y la adición a diversos productos como pigmentos, pinturas, soldaduras, vidrios, municiones, esmaltes cerámicos, artículos de joyería y juguetes, cosméticos, algunos medicamentos y vajillas.

¿Cómo llega el plomo a nuestro cuerpo?

El plomo puede contaminar el agua potable que bebemos, al desprenderse de las tuberías de metal, principalmente en construcciones muy antiguas; puede provenir de la decoración del plato donde vamos a comer, y pasar a la comida al calentarla. También puede provenir de alimentos que absorbieron el plomo del agua utilizada para su riego o del suelo, por el uso de pesticidas, fertilizantes, compost, estiércol, lodos y aguas residuales. Según el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), se estima que un 84% de aguas residuales domésticas y un 55% de aguas industriales son vertidas a los ríos sin recibir algún tratamiento que pueda eliminar este tipo de elemento tóxico.

El plomo se distribuye por el organismo hasta el cerebro, el hígado, los riñones, los huesos y dientes, donde puede acumularse por años.

Los principales alimentos en riesgo de contaminación con plomo son los productos para bebés como colados o cereales infantiles a base de arroz o soya, los productos industrializados como embutidos y mezclas de alimentos y algunas especias como la cúrcuma, los huevos conservados (utilizados en la industria alimentaria). En su mayoría, se trata de productos alimenticios importados de países que no cuentan con regulaciones sobre esta sustancia.

Según PROCOMER, los alimentos procesados deben contener niveles de plomo por debajo del punto de detección, que se define como 0,5 partes por billón:

  • 10 partes por billón (ppb) para frutas, verduras (excluyendo vegetales de raíz de un sólo ingrediente), mezclas (incluidas las que son a base de granos y carne), yogures, natillas o pudines y carnes de un solo ingrediente
  • 20 ppb para hortalizas de raíz (ingrediente único)
  • 20 ppb para cereales secos

Los síntomas de intoxicación por plomo son irritabilidad, fatiga, dolor de estómago, estreñimiento, pérdida auditiva, del apetito y de peso involuntaria; vómitos, dificultad para concentrarse, dolor de cabeza, problemas de comportamiento y aprendizaje. En niveles altos, ocasiona daños permanentes en el cerebro y el sistema nervioso que a la vez pueden provocar convulsiones, pérdida del control muscular e inducir a coma. En niños puede interrumpir su crecimiento.

Muchas veces estos síntomas son pasados por alto y confundidos con otros padecimientos o enfermedades, lo que vuelve difícil la detección temprana del plomo dentro del organismo.

Entonces, ¿debemos dejar de consumir alimentos o tomar agua por miedo a la contaminación con plomo? No, lo ideal es prevenir por medio de algunas prácticas como:

  1. No caliente alimentos en recipientes que puedan contener plomo. La cocción o el uso en microondas aceleran el proceso de liberación del plomo hacia el alimento.
  2. Evite almacenar alimentos en recipientes que puedan contener plomo. Cuanto más tiempo permanezca el alimento en contacto con la superficie del plato, más plomo será absorbido, especialmente comidas o bebidas ácidas.
  3. Si no sabe si un recipiente contiene plomo, no lo use para alimentos.
  4. Consuma alimentos ricos en vitamina C, Hierro y Calcio para minimizar la absorción de plomo: Alimentos ricos en Vitamina C: cítricos, melón cantalupo, fresas, kiwis, chile dulces, tomates, brócoli, repollo.  Alimentos ricos en Calcio: Vegetales de hoja oscura, brócoli, almendras, garbanzos, higos, ciruelas pasas, yogur natural. Alimentos ricos en Hierro: Carnes de origen ecológico, frijoles, lentejas, guisantes, verduras de hoja verde oscura.
  5. Si vive en una casa vieja con tuberías de metal, reemplácelas por tuberías libres de plomo, esto reduce la exposición del agua.
  6. Prefiera alimentos de origen orgánico o agroecológico. Éstos, usualmente, son vigilados desde el momento de la siembra en un terreno adecuado. Son regados con agua potable y por lo general, no se utilizan fertilizantes industriales o agroquímicos, lo cual disminuye mucho el aporte de plomo.
  7. Prefiera carnes frescas y de productores locales, en lugar de embutidos.
  8. Elija granos como el arroz de cultivo nacional, pues los importados tienen mayor riesgo de contener plomo, especialmente si vienen de países sin regulaciones.
  9. Si tiene niñas o niños, priorice alimentos frescos y naturales en lugar de los ultraprocesados, como los cereales de caja o colados, y si decide utilizarlos, busque opciones orgánicas, suelen ser un poco más costosas que las tradicionales, pero la salud de sus hijas e hijos no tiene precio.
  10. Si tiene la posibilidad, haga una huerta en casa, que además de colaborar con la economía del hogar, incentiva a las niñas y los niños a comer vegetales y permite controlar la forma de cultivo, reduciendo la exposición al plomo.

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