Nuestra democracia en peligro

» Por Rolando Portilla Pastor - Ingeniero Civil. MSc. Manejo de Recursos Naturales

Es de suponer que entre los valores más preciados en nuestro país están la libertad y la democracia, algo que la mayoría damos por sentado. Guardo en mi memoria gratos recuerdos de mi profesora de Estudios Sociales en el Liceo J.J Vargas Calvo, la profesora María de los Ángeles Rojas Solano (qdDg), enseñándonos el concepto y la importancia de la democracia. Con entusiasmo nos decía que la democracia es un plebiscito cotidiano, es lo que el pueblo dice y hace, cada día.

El Gobierno del presidente Chaves ha dado muestras claras de un autoritarismo, intolerancia e irrespeto que se alejan cada vez más de esos principios democráticos. Enfrentamos un Gobierno que pretende pasar por encima de la Asamblea Legislativa, de la Sala IV, del Tribunal Supremo de Elecciones, de la Contraloría y está realizando acciones concretas para lograrlo. El constante irrespeto a uno de nuestros pilares democráticos como la división de poderes, es más que evidente.

Por otra parte, la lista de enfrentamientos del Gobierno con aquella institución o persona que se le oponga o contradiga es ya muy larga.  Destacan entre ellos los enfrentamientos con la prensa crítica a su gestión, a la cual cataloga como canalla, así como los enfrentamientos con la Contraloría y los intentos vía referéndum de disminuir sus capacidades o funciones. Ni que decir del menosprecio y burla para aquellos diputados que le adversan o no aceptan sus pretensiones.

Todo apunta a una ambición del presidente por centralizar y acumular poder, libre de controles y requisitos para ejercer sus funciones. En otras palabras, la intención del Sr Chaves no es ser el presidente de una Nación democrática, para lo que fue electo, sino buscar la manera perpetuarse en el poder para cumplir con todos sus deseos, ambiciones y ego.

Despertemos costarricenses, esto no es un asunto de estilo de un presidente, se trata de una agresión seria a la democracia, la institucionalidad y el estado social de derecho en el que vivimos.  El actual Gobierno constituye una grave amenaza para la libertad y la democracia en nuestro país y podría ser, si se le permite, la antesala de un régimen totalitario.

Algunos pensarán que de poco sirve la democracia si esta no se traduce en una mejor situación económica de la población. Es cierto que algunos regímenes democráticos no han dado respuesta total a las necesidades básicas de las sociedades, pero entonces lo que hay que hacer es mejorar y optimizar las democracias, no debilitarlas o destruirlas.  Con todos sus defectos, la democracia sigue siendo el mejor sistema político inventado hasta ahora.

Perder la libertad es perder la esencia de un ser humano. No quisiera que las futuras generaciones tengan que vivir en una sociedad sin democracia ni libertad de expresión. ¿Vivir en un país desarrollado económicamente, pero sin libertad, donde sea una tiranía la que decida nuestro futuro, donde no se pueda disentir de la posición del dictador y donde las elecciones libres solo sean ya un recuerdo del pasado? ¿Es esa verdaderamente la opción que estamos buscando?

No podemos pretender lograr el desarrollo económico del país a toda costa, el fin no puede justificar los medios. No al precio de perder nuestra libertad y nuestra democracia.  Sería muy alto el precio que pagaríamos como sociedad, un enorme error histórico y un lastre muy pesado para las futuras generaciones.

Vivimos tiempos políticos convulsos, el fantasma de la extrema derecha, a veces con tintes neofascistas, recorre el mundo, donde diversos países son víctimas de esta ideología. Le Pen en Francia, Meloni en Italia, Trump en USA, Bukele en el El Salvador, Milei en Argentina, entre otros. Ideología política que impulsa un capitalismo salvaje, caracterizado por la concentración del poder, la desregulación, el libre mercado y la destrucción gradual de la institucionalidad democrática. Sectores a los que poco les interesan aspectos como los derechos humanos de minorías, la justicia social y la protección del ambiente. Lamentablemente, el actual Gobierno de Rodrigo Chaves sigue esos pasos.

Costa Rica no merece alguien que, en vez de fungir como presidente de un Estado democrático, se comporta más como un líder autoritario, manipulador, rencoroso e irrespetuoso. Ya basta de tanta división, odio y mentiras. Esperemos que la sociedad costarricense siga valorando la libertad, la democracia y el Estado social de derecho como uno de nuestros bienes más preciados y esté dispuesta, a defenderlos a toda costa.

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