No hay sustituto

La actual realidad de la humanidad, para los que la vivimos, sea cual sea nuestra realidad, sea por información verídica o medias verdades, es obvia en cuanto a los niveles de inhumanidad presente en toda realidad, aun cuando siempre hay sobre todo personas, quizás muchas, que hacen la diferencia sobre la esperanza en un mundo mejor, la construcción de este y el sacrificio de sus vidas por tales ideales. Y esta realidad se encuentra presente en todo campo humano.

Sin embargo, no hay que cerrar los ojos u ocultar la cabeza bajo tierra para intentar mágicamente que la realidad tal cual es no lo sea, o que está haya cambiado. Lo que es, es. Y no se trata de negativismo, sino e simple realismo, punto de partida para tomar el mundo por los cuernos y valientemente, sea cual sea nuestro mundo, nuestra realidad cotidiana que vivamos, obligarla a ser de otra manera, más humana, más recíproca en fraternidad, equidad, justicia, verdad, paz… Pero paradójicamente, el cambio no viene por conquistar con palabras bonitas y discursos modernos al “otro”, viene por el “yo”, el “sí mismo” que con un acto de voluntad constante, después de un cambio profundo de conciencia, se descubre “uno con el otro”, con cualquier otro.

Somos cada uno de nosotros, hombres y mujeres de a pie, más que los políticos o los grandes líderes que sin duda deben hacer su parte, los llamados a cambiar el día a día desde mis actitudes y conductas. De otra manera, esperando que sea el otro el que dé el primer paso, convertiríamos toda relación social en un acto mercantil de “dar si me das”, un dar egoísta e interesado que pretende un recibir como requisito para el dar. Más aún, no hablemos de cosas, se trata de un “darse al otro antes que recibir de este”.

Del amor se ha hablado modernamente en toneladas de libros, revistas, canciones, películas, etc. Ni que decirlo de los enamorados y sus promesas. En la antigüedad son también múltiples las fuentes que hacen de este concepto un valor superior o por lo menos fundamental para la convivencia humana. Más en la practica el mismo se diluye, pues muchos lo conciben reducido a lo meramente romántico y erótico, que son dos dimensiones que lo implican, pero que minimiza el peso real del amor como relación fraterna, libre, igualitaria, inclusiva y para los que tienen una fe en un ser divino cuya esencia es precisamente el amor mismo, trascendente.

No trato aquí de hacer del amor la “pomada canaria” pues cada cual desde su fe, teísta o no, tendrá su experiencia personal sobre qué valor, por llamarlo así, es “alma armonizadora del alma humana”, pero déjenme decirles lo que mi experiencia me ha llevado a concluir: el amor, el amor fraterno es la fuerza que en mi caso “no hay sustituto”. Desde hace muchos años una simple frase tomó mi alma, invadiéndola cariñosamente y convirtiéndose en un anhelo real de vida y, aunque dice poco, lo dice todo para mí: “y nosotros hemos creído en el amor”.

Algo más, que no me cansare de decir, pues estoy convencido de ello, el amor, que es relacional por naturaleza, busca el bien del otro y del propio, pero no de manera ideal, sino con actos concretos, que impacten la realidad relacional entre las personas. De no ser así, son meros buenos deseos. Como dice el dicho popular, “A Dios rogando y con el mazo dando”. De Dios, por fe creemos que hace su parte, de nosotros, solo por actos, constatamos que hacemos la nuestra, con la certeza que nos da el “otro”, que al sentirse amado realmente, de alguna manera, tarde o temprano nos lo hará saber.

Quiero finalizar con un pequeño intento de poema, aparentemente nostálgico, mas aunque ha nacido del sufrimiento, no se queda en él. Para él que lo lea buscando entre líneas lo no dicho, sabrá que es un grito de esperanza y una afirmación de que cada acto de cada día, puede hacer la diferencia, en nosotros y en los otros, para, como reza una canción del Grupo de Rock Inglés surgido en los años 80s, Tears for Fears, “sembrando las semillas del amor”.

—oOo—

Calles vacías y suciedad rondando.

Luces que ensueñan y hacen desear poseer aquello que promete la felicidad.

No hay sustituido del amor.

Cristales, un vitral roto cuenta que algo una vez fue y ya no.

Hojas secas llevadas por el viento. Lluvia que corre por los caños hacia el mar.

No hay sustituido del amor.

Él tiene los ojos hundidos y el corazón quebrado.

Ella está en un hueco, un espacio vacío.

No hay sustituido del amor.

El libro en las manos, pero las palabras no cobran vida.

Una pistola grita jurando que ella sí hará las promesas realidad.

No hay sustituido del amor.

La casa arde, quedando cenizas y ruinas de logros pasados.

El puente ha caído. Los sueños reclaman ser, pero su destino ha sido quedarse a mitad del camino.

No hay sustituido del amor.

Lágrimas que se vuelven gemidos, angustia sumida en tristeza.

Miedo que crece en culpa. Todo estalla en confusión.

No hay sustituido del amor.

El absurdo grita rogando encontrar sentido.

Un niño corre alegre sin saber que mañana ésta ya no será más.

No hay sustituido del amor.

Quién le robo los pétalos a la flor.

Quién tapó el sol con el dedo, llenando con oscuridad la tierra de los humanos.

No hay sustituido del amor.

No hay sustituido…

No, no lo hay…

 

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