El Estado es un modo de organización de la Nación en un determinado territorio y con un gobierno; la Constitución por su parte es la normativa suprema de un Estado y surge de la preocupación por limitar el poder de los gobernantes y asegurar los derechos individuales de las personas, en ella se plasman los principios fundamentales sobre los que descansa la organización del estado, los límites y las facultades del Estado, así como deberes y derechos de los individuos.
Así como las sociedades van evolucionando con el transcurso del tiempo, a su vez es necesario adaptar la Constitución a las nuevas necesidades sociales. Por ejemplo, el cuidado del medio ambiente o la necesidad de defender a los consumidores y los usuarios de bienes y servicios, Sociedades de convivencia o el derecho de los animales no eran problemas que preocuparan a los constituyentes del siglo pasado. La creciente contaminación del suelo, del aire y del agua que hoy padecemos, así como el gran desarrollo de la economía capitalista -cuestiones que han hecho necesaria la modificación de las legislaciones. Es por ello que se han realizado reformas parciales que ya no se pueden dejar pasar por alto en el presente todos esos cambios que son significativos para la convivencia del día de hoy.
La Constitución actual prevé la posibilidad de reformarla total o parcialmente para adaptarla a las nuevas necesidades, según se indica en los artículos 195 y 196. Sin embargo, al no tratarse de una ley común sino de la Ley Suprema del Estado, el procedimiento para reformarla es diferente del que se sigue para sancionar el resto de las leyes.
Cuando hablamos de una “Reforma del Estado” nos referimos a transformaciones profundas en las que predomina lo jurídico, lo financiero y cuyos resultados deben ser inmediatos. Los cambios que se lleven a cabo en este proceso no sólo competen a la esfera estatal, sino que también competen a la esfera social, involucrando tanto ciudadanos como empresarios grandes y pequeños, nacionales y extranjeros hasta los consumidores y usuarios finales.
Finalmente, las reformas que se adopten y que son de importancia para lograr un amplio desarrollo del Estado son de tipo político, económico social, administrativo y jurídico; encaminadas a una transformación del Estado cuya dirección tiene un activismo económico en el sector público y privado.
El país está en crisis no sólo financiera sino también de servicios, de políticas y de normas legales, en general la población tiene una percepción de malestar con respecto a los servicios brindados por el Estado, como lo son salud, sector judicial, infraestructura, entre otros factores que son importantes para el desarrollo de un país; claro está que resulta imposible para el Gobierno abarcarlo todo en un pequeño lapso de tiempo, por lo que debe de darse a la tarea de seleccionar cuáles son los sectores críticos que necesitan una reforma inmediata y trabajar en ellos previamente.
Es preciso que el Estado cuente con normativa actualizada y flexible que les permita a los gobiernos realizar los cambios necesarios y que los mismos sean implementados a la brevedad posible; si bien es cierto nuestra Constitución Política es rígida y la misma no ha sufrido cambios sustantivos desde 1949, y ya no se adapta en mucho a la realidad que se vive, la economía, la protección de derechos fundamentales, la regulación de las instituciones estatales tanto en funciones así como presupuesto han perdido su norte; entonces llega la pregunta crucial ¿necesita Costa Rica una reforma del Estado o solo un parche más a nivel normativo para seguir adelante? Muchos son los criterios existentes, muchos abogan por una reforma total, otros se horrorizan y proponen cambios parciales, pensando que con la reforma total se perderán derechos ya protegidos o se hará un gobierno para unos pocos; la verdad es que el tema nos involucra a todos como ciudadanos, en nosotros está el poder de hacer o no el cambio en el Estado, de nada sirve quejarse esperando que el Gobierno lo resuelva todo, si usted como ciudadano no propone un cambio. Reflexionemos y decidamos sobre el futuro del país en el que vivimos.
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