Medicina regenerativa, la crisis de las listas de espera y el tsunami plateado

» Por Ronny Castillo González - Miembro Comité Político Nacional Partido Aquí Costa Rica Manda

Costa Rica enfrenta un doble desafío sanitario: listas de espera que superan los 700,000 pacientes (CCSS, 2023) y una población que envejece aceleradamente. Según el INEC, para 2050, el 25% de los costarricenses tendrá más de 65 años, aumentando la demanda de tratamientos para enfermedades crónicas y degenerativas.

En este contexto, la medicina regenerativa —con su capacidad de reparar tejidos dañados— y los estudios clínicos en fase 3 —que ofrecen acceso temprano a terapias innovadoras— emergen como herramientas clave para reducir la carga del sistema de salud y mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.

  1. El envejecimiento poblacional: Un desafío que exige soluciones fuera de la Caja

Costa Rica enfrenta datos alarmantes que exigen acción inmediata: es el país de América Central con el mayor índice de envejecimiento, donde hoy por cada 100 niños menores de 15 años hay 60 adultos mayores (INEC, 2024), una tendencia que satura el sistema de salud. Las enfermedades crónicas —como diabetes, artrosis y padecimientos cardiovasculares— ya consumen el 80% del presupuesto de la CCSS, revelando las limitaciones del modelo tradicional basado en medicación paliativa y cirugías tardías. Este enfoque no solo es insostenible, sino que agrava el problema: un paciente con artrosis puede esperar hasta cinco años por una prótesis de rodilla, mientras los tratamientos convencionales se limitan a manejar síntomas sin regenerar tejidos, perpetuando así las listas de espera y dejando intactas las causas profundas de las enfermedades.

Aquí es donde la medicina regenerativa cambia el juego.

  1. Medicina regenerativa: Más allá de la ciencia ficción

La medicina regenerativa, particularmente las terapias con células madre, ofrece soluciones concretas para aliviar la presión sobre la CCSS, tal como lo demuestra la evidencia global. En patologías clave como la osteoartritis, las infiltraciones de células madre en articulaciones han logrado reducir hasta en un 30% la necesidad de prótesis de rodilla, liberando espacio en quirófanos y acortando listas de espera. Para la diabetes tipo 1, el trasplante de células beta pancreáticas podría disminuir drásticamente la dependencia de diálisis e insulina, mientras que en pacientes con infartos cardíacos, la inyección de cardiomiocitos derivados de células madre ha evitado cirugías de bypass en fases tempranas. Estos avances no solo transforman vidas, sino que generan ahorros sustanciales: un estudio de la Universidad de Tokio (2023) reveló que estas terapias reducen costos hospitalarios hasta en un 40% a largo plazo. El éxito es tangible en países como Japón, donde desde 2014 se aprobaron 10 terapias regenerativas bajo su ley Fast Track, descongestionando hospitales, o en España, donde el Hospital La Paz de Madrid evita 1,200 cirugías anuales gracias a chondroimplantes de cartílago cultivado.

Costa Rica tiene la oportunidad de replicar estos modelos, convirtiendo la innovación en alivio inmediato para su sistema de salud.

  1. Estudios clínicos en fase 3: La oportunidad estratégica para Costa Rica

Los estudios clínicos en fase 3 representan la oportunidad ideal para que la CCSS incorpore terapias innovadoras, ya que en esta etapa final pre-aprobación los tratamientos han demostrado ser seguros (superadas las fases 1 y 2) y podrían ofrecerse gratuitamente a pacientes bajo estrictos protocolos médicos. Para implementarlos efectivamente, proponemos un modelo de tres pasos: Primero, establecer alianzas público-privadas con actores científicamente validados para cofinanciar ensayos en patologías prioritarias como la artrosis. Segundo, transformar hospitales de referencia como el San Juan de Dios en centros piloto especializados, enfocados inicialmente en la triada de mayor impacto: artrosis, úlceras diabéticas y EPOC. Tercero, crear una Unidad de Terapias Avanzadas dentro de la CCSS -siguiendo el modelo colombiano de 2022- que agilice los procesos regulatorios sin comprometer los estándares éticos. Este enfoque escalable permitiría a Costa Rica posicionarse como pionero regional en medicina regenerativa mientras alivia inmediatamente sus listas de espera más críticas.

Costa Rica ya ha demostrado éxito pionero en este campo a través del estudio realizado por Cluster X Stem con células madre pluripotentes derivadas de tejido adiposo (PASCs) para el tratamiento de Parkinson. Este ensayo clínico, implementado bajo estrictos protocolos de seguridad nacionales e internacionales, ha validado tres aspectos fundamentales para el desarrollo de la medicina regenerativa en el país: (1) capacidad técnica demostrada, donde laboratorios y hospitales costarricenses han manejado exitosamente protocolos complejos de terapia celular; (2) perfil de seguridad óptimo, con 0% de efectos adversos graves reportados en pacientes que recibieron tres infusiones intravenosas de 25 millones de células espaciadas cada 3 meses; y (3) escalabilidad potencial, ya que la misma infraestructura y conocimiento adquirido podrían aplicarse a otras enfermedades neurodegenerativas que afectan a la población adulta mayor del país. Este estudio no solo establece un precedente científico, sino que posiciona a Costa Rica como un actor viable en la investigación clínica avanzada.

  1. Obstáculos y cómo superarlos

Costa Rica enfrenta una encrucijada crítica en medicina regenerativa: aunque el decreto 42443-S del gobierno de Carlos Alvarado (2019) sentó las bases para regular terapias celulares, su falta de reglamentación ha creado un limbo jurídico que frena el desarrollo seguro de esta industria. Este vacío legal genera una peligrosa paradoja: por un lado, clínicas privadas operan en zona gris ofreciendo tratamientos no validados (23 centros según la Cámara de Biotecnología), mientras la CCSS ve bloqueados proyectos piloto —como el de regeneración cartilaginosa suspendido en 2022— por ambigüedades en los permisos. La ironía es palpable cuando empresas locales demuestran capacidad técnica, pero carecen de estándares claros para escalar sus operaciones. Este desorden regulatorio no solo pone en riesgo pacientes, sino que ahuyenta inversiones: en 2021, la multinacional CryoHoldco eligió Panamá para su centro regional citando “claridad regulatoria”, pese a que Costa Rica cuenta con universidades de excelencia y profesionales calificados.

Urge completar la reglamentación del decreto mediante un Comité Técnico interdisciplinario que defina criterios para ensayos clínicos, bancos celulares y seguimiento de pacientes, adoptando estándares internacionales (FDA/EMA) adaptados a nuestra realidad. Simultáneamente, se requiere una ventanilla única que unifique procesos entre Ministerio de Salud, CCSS y COMEX con plazos máximos de 90 días para aprobaciones, junto con un programa de transición que regularice a los actores existentes. Los beneficios superan lo médico: PROCOMER estima que un marco regulatorio claro podría atraer $120 millones anuales en inversión biotecnológica. Mientras Colombia y México avanzan con normativas robustas, Costa Rica arriesga quedarse atrás en la revolución médica del siglo XXI por simple inercia administrativa. La solución existe —y hasta tiene número de decreto— pero requiere voluntad política para pasar del papel a la práctica.

  1. Conclusión: Un futuro regenerativo

La medicina regenerativa y los estudios clínicos en fase 3 representan mucho más que avances científicos: son herramientas concretas para resolver la crisis de las listas de espera y atender el tsunami plateado que ya golpea al sistema de salud costarricense. Los números no mienten —un 60% de reducción en listas de espera para 2030 es alcanzable si actuamos con decisión— pero el verdadero valor trasciende las estadísticas: hablamos de devolver movilidad a abuelos con artrosis, independencia a diabéticos y calidad de vida a pacientes cardíacos.

Costa Rica tiene todos los ingredientes para convertirse en el hub médico de Centroamérica: talento humano calificado, infraestructura hospitalaria sólida y un ecosistema biotecnológico emergente. Lo único que falta es la voluntad política para saltar del debate a la acción, regulando lo urgente (como el decreto 42443-S pendiente de reglamentación), invirtiendo en lo importante (alianzas público-privadas para investigación) y pensando en lo estratégico (un modelo sanitario que anticipe el envejecimiento en lugar de reaccionar a él). Las soluciones existen, los protocolos están validados internacionalmente y los pacientes no pueden esperar más. El momento de elegir entre el inmovilismo burocrático y la vanguardia médica es hoy —y la respuesta debe escribirse con células madre, evidencia científica y sobre todo, con voluntad política.

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