Los significados de la Navidad

» Por Msc. Alonso Rodríguez Chaves - Coordinador de Cátedra de Historia, Universidad Estatal a Distancia (UNED)

Acorde con la espiritualidad cristina, el nacimiento de Jesús constituye el acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad, ya que trajo “luz al mundo” y con ello, la esperanza a todas las almas afligidas y abatidas que ansiaban alcanzar el perdón de los pecados y encaminarse por la ansiada senda de la bienaventuranza y gloria eterna.

Contrario a lo anterior, para las personas escépticas o con distintas espiritualidades, ningún judío llamado Jesús nació en otrora en la localidad de Belén apostada entre los montes o las colinas de Judea en Israel y Cisjordania. Por ende, desde estas concepciones, la celebración de la Navidad se trata de una mera invención orquestada, con el único fin de sustituir sino contrarrestar la serie de rituales y festividades paganas romanas que se ofrendaban y dedicaban al Dios Saturno.

En ese sentido, la presente reflexión no persigue fraguar debate, polémica y muchos menos herir la susceptibilidad de los que pueden pensar diferente; sino tener claro, que la Navidad al vaivén de los nuevos tiempos nos depara varios significados. Principalmente, la celebración nos refiere y significa para algunos un día extraordinario por tratarse de la fecha en la que se conmemora el nacimiento de Jesús hijo de Dios; mientras para otras personas constituye un día más en el calendario habitual, el cual no genera ningún significado o emoción especial.

Pues ya sea del modo como se mire o interprete, es sustancial comprender que la Navidad ha servido de marco inspirador por antonomasia, para la vida de millones de personas alrededor del mundo. Especialmente, ha constituido por su ingente carga simbólica, una de las conmemoraciones más apasionantes y de mayor dimensión universal que ha permanecido vigente a lo largo de los siglos. No es casualidad entonces, que surja en la historia como elemento referencial y parteaguas, para estimar y determinar con precisión en el tiempo, los hechos ocurridos antes o después (before and after) del mencionado nacimiento.

En general, la Navidad como símbolo universal, ha servido históricamente como una gran oportunidad para exhortar a todo el colectivo humano a practicar sin distinción alguna, los más altos valores; con los que es posible trazar y lograr la sana convivencia, la tolerancia, la solidaridad entre un sinfín de prácticas loables y plausibles, que, con tan solo cumplirlas a cabalidad, nos permitiría vivir en paz y a construir un mundo mejor.

De conformidad a dichos principios, la Navidad apunta a promover y propiciar el encuentro sincero y unión fraternal de la familia. Del mismo modo, nos incita a renovar y rectificar nuestras vidas; asimismo a recapacitar sobre el papel que tenemos que protagonizar en tiempos diferentes y que, por sus particularidades complejas, nos exigen retos y enormes compromisos con el país, la región y el mundo entero.

Con ese espíritu, hay que sobrepasar el nivel de espectador y abandonar el confort y la desidia, para transformarnos en gestores comprometidos con el sano cambio; pues solo con el diálogo, la crítica razonada y participación efectiva de cada uno de los sectores que integran la sociedad se estaría siendo coherente y leal consigo mismo y los demás.

En virtud, estas fechas son motivo de inspiración, para tomar como ejemplo el trabajo e ilusión que construyeron y validaron nuestros ancestros, quienes de acrisoladas probidades supieron enfrentar con valentía, coraje y dialogo constante, un filón de disyuntivas políticos y sociales, en las que no faltaron aquellos que intentaron comprar conciencias y lesionar las fibras más sensibles de las convicciones históricas del país.

En razón, se invita a vivir con ilusión, alegría y paz este tiempo de gozo navideño, para que renazca los principios auténticos que dieron esencia y vitalidad al Estado costarricense y que por sus insignes cualidades estamos obligados a perpetuar y respetar. Bien con la idea de adicionarlas a todas aquellas que han devenir, para ayudar a erigir y consolidar una sociedad más justa, inclusiva, cohesionada y garante de un futuro mejor.

Por consiguiente, la Navidad más que encuentros familiares, sonrisas, abrazos, un estado anímico que propicia una de las épocas más hermosas, invita a aprovechar los valores más notorios que la identifican y que durante el resto del año, lamentablemente, suelen mantenerse en el vil olvido. En ese sentido, la celebración no debe encallar solo en el ritual festivo, frívolo y errado en la indiferencia del mercado como muchas veces sucede; más que eso, debe entenderse como pretexto para cuestionar y reinventar el papel como personas en la sociedad y en los lugares donde vivamos y laboremos.

Así al concluir un año más se extiende profunda gratitud y buenos deseos porque el histórico sentido de la Navidad colme los hogares costarricenses de amor y bienestar. Que las páginas del próximo año estén dotadas de hermosas bendiciones y de muchos capítulos que cuenten sobre grandes realizaciones y sueños que se alcanzaron. Basta creer que los tiempos de la historia son bien diseñados y que le abrirán un ciclo distinto repleto de esperanza y alternativas sublimes en su vida.

FELIZ NAVIDAD Y BENDICIONES EN EL 2019

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