Dicen por ahí que nuestro querido presidente Chaves es todo un personaje, casi sacado de una novela del realismo mágico, con un toque de comedia de enredos. Le han colgado tantas etiquetas que uno ya no sabe si es presidente o el villano de una telenovela de los años 80. Le han dicho alcohólico, cliente frecuente de las damas de compañía, y hasta le han inventado enfermedades que ni el mismísimo Gregorio Samsa, de Kafka, se hubiera imaginado. ¡Qué imaginación la de nuestros queridos críticos! Si usaran esa creatividad para algo útil, tal vez Costa Rica ya sería un país de primer mundo.
Pero claro, los mismos que se dedican a pintar a Chaves como un personaje de tragicomedia son los que salen ofendidos cuando se les dedica un “miércoles” en Casa Presidencial. La reacciones al miércoles, por cierto, se han vuelto un espectáculo digno de Broadway, con los mismos críticos gritando a los cuatro vientos que han sido insultados, agraviados y hasta perseguidos. ¡Pobrecitos ellos! Tan frágiles, tan delicados cuando les conviene…
Resulta curioso que estos paladines de la moralidad se sientan tan ofendidos cuando reciben una pizca de lo que ellos mismos están dispuestos a repartir con generosidad. Pero claro, es mucho más fácil hacerse la víctima y llorar ante las cámaras que enfrentarse a la realidad y poner manos a la obra.
Y hablando de poner manos a la obra, ¿qué han estado haciendo estos honorables señores además de quejarse y lanzar ataques de cartón? Pues parece que su agenda está llena de proyectos de ley tan útiles como un paraguas en un huracán. ¿Qué si regulamos el tamaño de las sombrillas en la playa? ¿O tal vez la obligatoriedad de usar medias en los días impares? ¿Qué si el animal entra en depresión?, ¡pero ojala el Jaguar! ¡Eso sí que sacará a Costa Rica adelante!
Quizás, solo quizás, sería más productivo que estos abanderados de la moralidad ofendida dejaran de lado sus afanes por legislar trivialidades y se concentraran en sacar a Costa Rica del hoyo en el que ellos mismos contribuyeron a meterla. Pero claro, eso sería pedir demasiado. En mi caso veré los miércoles con atención a alguien que por lo menos tiene la gracia y el gusto de decirlo.