Los 5 anti sentidos

En cualquier clase de Ciencias naturales, con el estudio del cuerpo humano uno de los aspectos a abordar resultan los 5 sentidos asociados a su vez a órganos, que poseemos los seres humanos, los cuales nos permiten contactar al mundo que nos rodea, siendo estos:

La visión – ojos; la audición – oídos; el olfato-la nariz; el gusto – la lengua y el tacto – la piel.

¿Qué nos permite cada uno? La visión nos permite ver y saber el tamaño, forma, color y ubicación de todo lo que nos rodea, captando así las imágenes de nuestro entorno; por su parte la audición facilita la escucha de los sonidos que hay a nuestro alrededor.

Le continúa el olfato, a partir del cual podemos oler, además de diferenciar los aromas que poseen las cosas; que decir del gusto, que nos posibilita percibir el sabor de las cosas que comemos y probamos, pudiendo identificar si el sabor es dulce, salado, amargo o ácido.

En el caso del tacto, a través de la piel logramos percibir, sentir, tocar y conocer la textura (suave o áspera), la dureza (blando o duro) y la temperatura (frío o caliente) de las cosas que tocamos.

Si fuese una clase, mostrando algunas láminas o diapositivas o porque no mediante experiencias “en vivo”, por ejemplo mediante equipos de dos estudiantes cada uno, comparar ante un objeto que observan; en el caso de la audición colocar a la pareja seleccionada de espaldas a la persona que toca con una cuchara pequeña dos objetos diferentes metálicos, en aras de identificar si ambos metales son iguales o diferentes.

Otra pareja colocarlos con los ojos tapados y que huelan frutas diferentes, para tratar de distinguir una de la otra; en el caso para comprobar el gusto se le proporcionaría – de igual modo con los ojos tapados – las mismas frutas identificando el sabor.

Finalmente se me ocurre para comprobar el tacto, en esta ocasión un solo estudiante, una vez más vendado donde toque primeramente un cuerpo como puede ser una cuchara de metal y a continuación un recipiente que contenga agua helada o fría donde puede identificar la textura, la dureza y la temperatura. Y que colectivamente se analicen los resultados y conclusiones.

Hasta aquí podría considerar que he logrado que los estudiantes conocieran además de comprender la importancia de los sentidos. Ahora, ¿por qué hablar de anti sentidos?

La realidad de lo cotidiano, lo que aprecio gracias a la visión cuando me traslado de un lugar a otro, en ocasiones me disgusta al apreciar cuando una o más personas inclusive con niños se trasladan en la misma dirección que el vehículo pero de espaldas al mismo (por tanto no ven el peligro), que al sonar el claxon (bocina o pito) permanecen inmutables ¡Tampoco escuchan!

Estando haciendo fila para la compra de comida rápida, visualizaba – cuando era una condición para incorporarse al local, el uso de tapabocas o mascarillas – personas, familias que compartían estando sentados, el producto adquirido y hasta aquí el relato suena lógico (donde ponían en función: el gusto, el olfato y el tacto), pero lo incorrecto fue que al retirarse, no tomaron nuevamente las medidas necesarias de no asearse las manos, la boca, secarse con el uso de servilletas y no cubrirse nuevamente la boca, ante la posibilidad de contagiarse entre ellos o contagiar al resto de los comensales.

Por lo visto tenemos que seguir educando a los “sentidos”, para que dejen de ser anti sentidos.

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