
Si se analiza el desempleo, el déficit fiscal, deuda pública creciente, el colapso de la infraestructura vial y nuestro sistema de pensiones rumbo a quebrar, no puede obviarse que Costa Rica está entrando –o ya entró, según el prisma con el que se vea– en una coyuntura crítica. Lo que los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson, apuntan en su libro ¿Por qué fracasan los países?, como grandes acontecimientos que perturban el equilibrio político y económico existente en una sociedad.
En dicho libro, Acemoglu y Robinson responden preguntas como: ¿Qué determina que un país sea pobre o rico? ¿Cómo se explica que, en condiciones iguales, algunos países tienen pobreza y otros no?
La evidencia arroja que los países más prósperos tienen políticas económicas que generan instituciones inclusivas, y los países más pobres tienen políticas económicas que generan instituciones extractivas.
¿Qué es cada una y cómo las identificamos en el caso de Costa Rica?
Las instituciones extractivas son aquellas cuya finalidad es extraer riqueza de sectores de la sociedad en beneficio de otro sector mediante el privilegio estatal. Algunos ejemplos en Costa Rica son las convenciones colectivas, las pensiones de lujo pero en general el sistema de pensiones de reparto, los pluses salariales del sector público, los altos impuestos y regulaciones para emprender, el proteccionismo agrícola, el sistema tributario y regulatorio que beneficia zonas francas pero asfixia al emprendedor nacional, la devaluación de la moneda para impulsar sectores exportadores, monopolios públicos y privados, y un triste y largo etcétera.
Mientras existan estas instituciones extractivas, dicen los autores, se profundizan sus efectos negativos a raíz de la lucha que desatan en la sociedad por el poder y sus beneficios. Es así porque, “quien controla el Estado se convierte en beneficiario de este poder excesivo y de la riqueza que genera”.
Las instituciones inclusivas La evidencia histórica arroja que las naciones cuyos gobiernos se concentran en proteger las personas y sus derechos de propiedad, mantener sistema judicial imparcial que refuerce el cumplimiento de los contratos, tener un sistema tributario simple con bajos impuestos y uniformes, y mantener un sistema monetario de baja inflación para estabilizar precios, además de mercados libres o con regulaciones sencillas, obtienen crecimiento económico y desarrollo humano.
Cuando los gobiernos hacen más de estas tareas empiezan a nacer las instituciones extractivas.
Realidad de Costa Rica:
Que en Costa Rica el 20% de la población se encuentre en pobreza desde hace 25 años a pesar del crecimiento económico estable y el gasto político creciente, pasa por un modelo económico mercantilista de instituciones extractivas. El mercantilismo socialdemócrata impulsa sectores determinados de la economía a costa de los demás, siendo punta de lanza la regulación fiscal asfixiante para “el tico de a pie”, y la política monetaria que subsidia banqueros y exportadores, vía inflación que pagan los demás.
¿Cómo llegamos a esto?
Nuestros papás y abuelos vivieron la crisis que causó el Estado elefantiásico de los años 60’s y 70’s que terminó de explotar el expresidente Rodrigo Carazo. El gasto político vía empresas estatales llegó a 54% del producto interno bruto (PIB), la inflación promedio fue 90% para 1982, el proteccionismo tuvo promedio de tasa arancelaria de 55%, y la pobreza pasó estrepitosamente de 34% a 54%. Por ello era comprensible que al finalizar el gobierno de Carazo, el modelo mercantilista que dio libertad económica a unos sectores pero no a todos –y que aún perdura–, fuera recibido como bocanada de aire fresco.
Preguntémonos, ¿Cuál partido eliminaría las instituciones económicas extractivas? Creo que ninguno. Están enredados en redes clientelares ¿Lo harán en el futuro? No soy adivino, pero el silencio sepulcral de sus respectivas juventudes augura más de lo mismo. Unos porque no entienden qué pasa y otros porque no se atreven a cuestionar los dinosaurios de sus partidos. En el peor de los casos, estos jóvenes terminan copiando a sus antecesores desde su tono de voz y vestimenta, hasta sus malas ideas y mañas.
Urge una opción política que se atreva a instituir instituciones inclusivas y brinde libertad económica a todo el pueblo costarricense. Pero sobre todo, urge que más costarricenses lo exijan.
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