La paz no es posible sin negociaciones directas

» Por Rodrigo X. Carreras - Embajador Jubilado de Costa Rica

Imagen generada con IA.

Esta semana, en la Asamblea General de la ONU, la Autoridad Palestina intentará impulsar una resolución, que implica otro paso hacia la escalada del conflicto y eludir las negociaciones directas con Israel, tal como fuera acordado en los Acuerdos de Oslo. La única base jurídica que existe para una solución de dos estados es la que surge de la negociación entre las partes.

El proyecto de resolución palestino pretende socavar el derecho fundamental de Israel a proteger a sus ciudadanos y refleja una visión sesgada de la realidad, en que el paradigma del conflicto y sus parámetros cambiaron hace casi un año al romper Hamas y Yihad Islámico Palestino el cese al fuego entonces vigente. En el mundo de fantasía de esta resolución, miles de misiles no han sido disparados contra los israelíes por parte de Hamás y la Yihad Islámica Palestina (YIP), desde zonas evacuadas por Israel en Gaza. Otros miles no han sido lanzados por Hezbolá desde áreas de las cuales Israel se retiró del Líbano. También están ausentes los reiterados ataques desde Siria, Irak, Yemen y más notoriamente, por parte del orquestador de estos proxys, Irán, que manifiesta públicamente su deseo de aniquilar a Israel.

Tras las atrocidades de los ataques del 7 de octubre, en los cuales Hamás asesinó a más de 1.100 civiles israelíes y secuestró a 250, la resolución ignora las legítimas preocupaciones de Israel en materia de seguridad y el profundo vínculo histórico del pueblo de Israel con su patria. Su llamamiento a limitar las capacidades de seguridad israelíes, es un claro intento de erosionar la capacidad israelí para proteger a sus ciudadanos-judíos, cristianos, musulmanes, drusos y otros, por igual.

El llamamiento de la resolución a Israel para que se retire incondicionalmente de las zonas de las cuales está siendo atacado actualmente. Del mismo modo, hace la vista gorda a la realidad de una vasta red de túneles terroristas y depósitos de misiles en Gaza. No menciona los acuerdos minuciosamente negociados entre Israel y los palestinos y oculta el simple hecho de que hace19 años, Israel hizo precisamente lo que solicita la resolución: una retirada total de Gaza.

El resultado no fue la paz, sino la desastrosa toma del poder por terroristas islámicos fundamentalistas apoyados por Irán, quienes transformaron la Franja de Gaza en el bastión de Hamás. Los continuos esfuerzos del liderazgo palestino están destinados a golpear a Israel y reunir apoyo internacional, a fin de obligar a Israel a realizar concesiones sin ofrecer nada a cambio. Su objetivo es socavar la legitimidad de Israel a través de manipulaciones políticas. Esta política perpetúa el conflicto y refleja la prolongada estrategia de política riesgosa de la Autoridad Palestina, que prefiere un juego de suma cero a la búsqueda de un compromiso. En particular, la Autoridad Palestina no ha condenado las masacres y atrocidades del 7 de octubre. Por el contrario, las justifican, expresando su apoyo a las acciones de Hamás y la YIP.

Mientras que a los niños israelíes se les enseñan canciones de paz y el valor básico de la palabra “Shalom”, desde el jardín de infantes, el sistema educativo palestino-en Gaza así como en Judea y Samaria (la Margen Occidental)-le enseña a sus niños el odio y el antisemitismo, legitimando la violencia contra los judíos y la destrucción de Israel.

Israel ha demostrado reiteradamente su deseo sincero de vivir en paz con sus vecinos, incluidos los palestinos, y nunca ha rechazado propuestas serias como lo demuestran los acuerdos de paz con Egipto, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos.

Por consiguiente, la resolución palestina contradice el núcleo principal sobre el cual se basaron todos los acuerdos de paz previos entre Israel y sus vecinos: de que la resolución del conflicto puede ser alcanzada solamente a través del diálogo y las negociaciones directas entre las partes. La Autoridad Palestina no puede evitar esta realidad, recurriendo a foros internacionales. Conceder a las demandas palestinas sin exigirles que avancen hacia la reconciliación con Israel, como lo hicieron los antiguos enemigos en Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, no traerá la paz, sino que preparará el terreno para la próxima guerra. La paz no puede ser lograda mediante resoluciones unilaterales o tribunales internacionales. Aquellos comprometidos genuinamente con la paz debemos rechazar esta resolución y abogar por negociaciones directas, bilaterales, sin condiciones previas.

Votar en contra de esta resolución, no es un voto contra el derecho internacional o de la CIJ. Es un voto contra la politización y el mal uso de estas instituciones, al servicio de la estrecha agenda del rechazo palestino a la coexistencia pacífica. Esta resolución sólo servirá para recompensar el terrorismo y profundizar la división entre israelíes y palestinos, alejándonos así aún más de la paz. Aquellos que procuran la paz deben oponerse a la resolución, y en su lugar, realizar un llamamiento para que la Autoridad Palestina tome distancia claramente de Hamás, condene las atrocidades del 7 de octubre y cambie su enfoque confrontativo por una política de reconciliación y negociaciones directas.

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