Los ideólogos de género han propuesto una deconstrucción de todo. Para muchos esto puede parecer exagerado a primera vista, pero un examen atento nos revelará el giro de 180 grados que ha traído esta ideología.
Al principio solo veíamos una crítica a las formas de vivir la masculinidad y la feminidad. Es evidente que al mirar al pasado descubramos errores que deben ser corregidos, que tanto social como científicamente hayamos avanzado y dejado atrás las imprecisiones. Es parte de la vida humana irse perfeccionándose constantemente. Pero la ideología de género no es una ciencia que va progresando poco a poco, es una propuesta de subversión, una deconstrucción total de todo lo que sabemos sobre la sexualidad. Pasamos de reconocer la existencia de los dos sexos, a la construcción del género, lo que implica la capacidad de autodefinirse como hombre o mujer, de ser ambos sexos al mismo tiempo (andrógino), de fluir continuamente de uno a otro, o incluso de no ser ninguno (agénero); y todo esto no basados en una condición genética, sino en la simple autopercepción. Gracias a esto hoy nos hablan de hombres embarazados y mujeres con cáncer de próstata. El enfoque de género conlleva también a la destrucción del idioma, ya sea feminizando palabras como “cuerpa” o neutralizando palabras como “todes”. Los derechos humanos a la vida, la libertad de expresión y de culto, se han visto censurados en razón de los nuevos derechos que proclaman los activistas de género. El aborto ya no trae consecuencias psicológicas a la mujer, sino que es terapéutico, y si ella alquila su útero no es una forma de cosificación. Vandalizar edificios ahora es una expresión artística y salir a la calle en ropa interior y con los pechos desnudos es empoderamiento.
Ninguna ciencia se ha atrevido a decir que todo lo que se formuló en el pasado fue falso o arbitrario. Solo una ideología acientífica podría ser tan arrogante para afirmar que la sexualidad es únicamente un constructo social. Solo un fanático podría negar la existencia de datos científicos verificables en el campo de la sexualidad humana. Pero para el ideólogo no hay idea que valga fuera de las suyas, y mientras él proclama la neutralidad, los científicos descubren la verdad. No escuchemos a esos esquizofrénicos que creen que todo lo que perciben es real, mantengamos los pies en la tierra y detengámonos a contemplar la sexualidad humana desde la ciencia para verla como realmente es.
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