La Sociedad de Consumo, el Consumidor Compulsivo y “el consumidor víctima del aire contaminado” son los títulos y los temas de trascendencia que los expertos investigan a cabalidad; sin embargo nadie toma en cuenta a los consumidores y por ende compradores, comunes y corrientes; quienes por necesidad y con cierta frecuencia, deben comprar unos productos envasados en tubitos; como cremas con énfasis para el cuidado de la salud, a estos ciudadanos y ciudadanas les ocurre muy a menudo que cuando exprimen a más no poder el tubito de crema a punto de terminarse, escuchan el “Plop” de un vientecito, que en lugar de empujar el último gusanillo del producto; emite solo un “pinche soplito de aire”, hecho que al consumidor o consumidora no les queda otra que comprar de nuevo la crema.
Sin recurrir a la “inteligencia artificial” que tanto les falta a unos dictadores actuales, el comprador reflexiona sobre el “Plop” del tubito, que implica y evidencia la falta de la cantidad requerida y legal del producto, que multiplicada por toda la producción, engrosa las arcas de la empresa productora a costa del consumidor y la consumidora quienes; invariablemente, pagan los platos rotos.
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