Los conflictos armados generan situaciones devastadoras en la vida de civiles, tanto a nivel humano como a nivel de infraestructura, no hay un solo enfrentamiento armado que no tenga este tipo de situaciones y la historia de la humanidad está marcada por este tipo de acontecimientos, con una constante, la primera víctima de todo será la verdad.
En circunstancias tales como el actual enfrentamiento entre Hamas e Israel, la precisión en la información recopilada es fundamental para dimensionar la magnitud de la tragedia humana, así como influir en las respuestas dentro del Sistema Internacional y las políticas públicas. Es por esto por lo que, resulta fundamental mencionar lo que se desarrolló en el informe titulado “Cuestionable Counting“, publicado por Andrew Fox a través del Think Tank Británico, The Henry Jackson Society en el mes de diciembre de 2024, planteando una serie de dudas sobre la confiabilidad de las cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud de Gaza, organización controlada por organizaciones islamistas en el enclave mediterráneo.
En todos los conflictos, los informes acerca de las víctimas suelen ser utilizados como herramientas de narrativa política y de sensacionalismo emocional. El ente de salud de Gaza, encabezado por Hamas, ha sufrido una serie de cuestionamientos debido a las inconsistencias en la información de sus reportes, dejando en evidencia la falta de confianza en lo que han informado.
Según el reporte, la información brindada sufre de una serie de distorsiones, así como datos erróneos, incluyendo la clasificación errónea de hombres como mujeres, adultos como niños y la inclusión de muertes naturales como si fueran resultado directo del conflicto, elementos que son importantes para la fiabilidad de lo transmitido.
El documento de Fox destaca que el Ministerio de Salud emplea tres fuentes básicas para para la recopilación de los datos sobre muertes en Gaza. En primer lugar, los registros hospitalarios, también notificaciones de familiares y los reportes de medios de comunicación, muchos controlados en lo que transmiten por parte del liderazgo islamista.
Cabe mencionar que cada una de estas fuentes presentan importantes fallas en cuanto a su forma de contemplar la información. Por ejemplo, después del colapso de la red del sistema de información hospitalaria en noviembre del año 2023, el Ministerio optó por aceptar registros incompletos y, en algunos casos, incluso formularios sin verificación rigurosa de información pública. Esto causó que personas declaradas inicialmente como desaparecidas o aquellas que fallecieron en circunstancias “naturales” fueran incluidas en los datos de muertes relacionadas con el conflicto.
Hay un ejemplo citado en el documento y es el caso de un hombre de 31 años registrado erróneamente como un niño de un año en las listas del mes de abril de 2024. Por este tipo de inconsistencias, el método de recopilación de datos puede ser considerado como altamente defectuoso que afecta la credibilidad de las cifras presentadas.
Hay otra parte del informe de Fox donde se aborda la dificultad en la distinción entre combatientes y civiles dentro de las estadísticas de víctimas. En este punto, se encontró que una gran parte de las muertes reportadas como “civiles” correspondiendo a hombres en edad de combate conforme a los estándares de los grupos islamistas (entre 15 y 45 años). Aún así, estas muertes no fueron clasificadas adecuadamente, lo que generó una narrativa que exagera el impacto en los datos sobre mujeres y niños, de estos últimos se incluyeron menores de edad en general.
Ahora bien, el informe señala que los medios internacionales aceptan las cifras brindadas por el Ministerio de Salud de Gaza sin realizar un cuestionamiento riguroso. En este caso, realizaron un análisis de 1.378 artículos de medios de comunicación en inglés, descubriendo que al menos en un 84% de los reportes no se realizaba una distinción entre combatientes y civiles, y solamente el 5% utilizó cifras proporcionadas por las autoridades israelíes.
Esta carencia de transparencia y la cantidad de errores y omisiones del informe tiene implicaciones importantes. En primer lugar, porque socavan la credibilidad de los informes que transmiten para la toma de decisiones en el marco de las instituciones multilaterales en temas de defensa, derechos humanos, discusiones en Foros Internacionales, etc. En segundo lugar, porque distorsionan la narrativa internacional al presentar una visión sesgada y parcializada sobre la situación del conflicto.
La sobreestimación de muertes de mujeres y niños puede aumentar la presión internacional contra Israel como actor fundamental en la crisis, mientras que se disminuye e infantiliza la responsabilidad de Hamas en las tácticas de guerra irregular utilizadas, las cuales contribuyen al sufrimiento de la población civil.
Por esta razón, el análisis presentado por Andrew Fox resalta la necesidad de la precisión y la transparencia en los informes de víctimas en zonas de conflicto a nivel general. Si bien es un hecho que la tragedia humanitaria es indudable en el conflicto actual de Gaza, es necesario que los informes sean presentados con números verificables y con una rigurosidad excepcional como parte de las obligaciones frente a las instituciones internacionales y los que toman decisiones a nivel global.
Es bueno señalar que ya anteriormente la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y los portavoces del Consejo de Derechos Humanos de la ONU han manifestado sus dudas y la preocupación por las cifras de víctimas civiles reportadas por Hamas en Gaza. Estas dudas surgen de restricciones para la verificación independiente de datos en el contexto de la limitación de acceso de observadores internacionales y organizaciones humanitarias, destacando la necesidad de garantizar la transparencia y la fiabilidad en la recopilación de datos sobre víctimas civiles.
Por último, el informe de Fox no desestima para nada el sufrimiento de la población palestina, sino que motiva para que los informes sean más rigurosos permitiendo comprender la dinámica del conflicto de manera integral. La búsqueda de la verdad en contextos de conflicto no debe ser un imperativo moral, sino también un paso necesario hacia la justicia retributiva y restaurativa, así como la paz duradera.