El Fondo Monetario Internacional prevé que alrededor del 90% de las economías avanzadas vean disminuir su tasa de crecimiento este año. Las perspectivas de cara al próximo lustro son débiles con un crecimiento mundial en el torno al 3 % los próximos 5 años (la previsión más pesimista publicada por el organismo en treinta años). ¿Qué nos dice esto? Que los gobiernos de países desarrollados van a tener más difícil disminuir la pobreza y curar los efectos de la pandemia del COVID 19. ¿Y qué espera a los países subdesarrollados como Costa Rica? Pues nada alentador principalmente si no se está estimulando un sector tan importante para generar empleo como lo es el sector agropecuario, con un crédito ineficiente y imposible de alcanzar para los sectores más vulnerables. El camino a las promesas del gobierno a tener un crecimiento robusto será duro y estará lleno de nubarrones. Este gobierno aún tiene tiempo para prever lo que se viene y el próximo tendrá los mismos desafíos. No podemos continuar importando materias primas que podemos sembrar en nuestro país. Las soluciones no están escritas en una marqueta de hielo, los gobernantes las saben, pero no les importa y no hay peor sordo que el que no quiere o no le conviene oír. He escrito muchos artículos en donde se las recuerdo, pero veamos algunas que los expertos les están diciendo que hagan. Impulsar el crecimiento mediante reformas estructurales (una sería hacer funcionar la banca de desarrollo como su nombre lo dice y no como está hecha para que funcione solo para unos pocos privilegiados), acelerar la revolución digital, mejorar el entorno humano a través de la generación de empleos, reducir la brecha de la participación de la mujer y la juventud en la población activa especialmente de los sectores más vulnerables. Después que no digan que nadie se los advirtió y Dios nos libre de otra guerra como las qué están latentes en medio oriente y entre China y Taiwán. Como dicen muchos ni quiera Cristo.
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