En ocasiones bien al trabajo o bien el fin de semana donde tras una semana ardua, entre atención a estudiantes, docentes compañeros de trabajo, padres y madres de familia o mejor para que no escape nadie toda la comunidad universitaria, suelo bien la noche antes o en la propia mañana dedicarle varios segundos a como me vestiré ¿formal, informal?, ¿tendré en cuenta el verano o el “invierno”?, o ¿la sorpresa de un radiante Sol, mañanero con un pencazo de agua minutos después que nos arruina el día, cuando no existe paraguas que aguante la excesiva cantidad de milímetros, ni pasillos que sostengan las correntadas de agua?
Siempre es importante tener en cuenta por supuesto, la agenda de lo que haremos al otro día, aunque todo dependerá de su ropero en cuanto al contenido del mismo. ¿Lo conocen por la ropa, como señal de que hace ¡uuhhhhhhhhhh!, que nos gasta en una breve actualización de su ajuar? “El “profe” – algún que otro comentario de los jóvenes actuales, o porque no cuando fuimos jóvenes – los lunes siempre viene vestido igualitito, igual pantalón, igual camisa…”; “… sin embargo la profesora de… ¡guao!, está siempre actualizada con lo último de la moda”
Con esto no quiero, con equidad e igualdad de género, que los varones vestimos fatal, y que las mujeres – siempre bellas, indistintamente de la profesión –, sean mucho más preocupadas en el arte de vestir. Que, en lo personal lo considero que lo son.
Visualizo la agenda, voy al ropero y selecciono, que me combina con que, ¿camisa de mangas largas o cortas, camiseta de cuello o sin él, pantalón de vestir o “blue jeans”, zapatos “de salir” o zapatillas deportivas, saco para las ocasiones de protocolo, cual fue la última vez, que utilice la corbata tal, …etc., etc., etc.? Le sigue una estiradita haciendo uso de la plancha que “duerme” próximo al closet, y ¡listo!
Detrás de todo esto, cuando voy a montarme al carro, vienen los juicios, que menos mal que no son sumarios, donde si “pega o no pega” el color de las ropas, el de la faja, las medias, en el caso de mis hijas, que si esa panza (por supuesto en ocasiones por mucho que trate de aguantar la respiración ahí saldrá, sino pereceré morado) que nada tiene que ver con la ropa, pero el mensaje lo que desea reflejar (creo yo) es el mejor interés que vistamos mejor según la ocasión, lo que no contradice para nada que para aquellos y aquellas que tenemos algunos años de “experiencia” y “madurez”, podamos sentirnos lo más cómodo y agradable posible, donde quiera que nos dirijamos.
Eso sí, hay trabajos que ameritan, por las características del mismo y su entorno, ciertas exigencias en la manera de vestir, que no contradice para nada la edad; ¿reuniones de empresarios?; ¿la graduación de sus hijos o hijas?, ¿le corresponde atender contantemente al público?, ¿en su oficina hay aire acondicionado?, ¿su aniversario de boda?, ¿una clase a profesores o a estudiantes, de pregrado o posgrado? Por lo visto, y se me acaba el espacio, no es tan sencillo el arte de vestir.