El futuro de la inversión extranjera en cannabis medicinal

Costa Rica necesita generar más empleos. No necesita más impuestos o cargas sociales desproporcionales, necesita más empleos. Empleos cuya selección no provenga de preferencias ideológicas o sectoriales.

El proyecto de ley de cáñamo y cannabis que se discute en la Asamblea Legislativa lastimosamente no se escapó de la doble vacunación que nuestros diputados suelen aplicar: defensa de ideologías y favoritismo sectorial.

De ahí que no es de extrañar que el proyecto de ley prohíba la industrialización y elaboración de medicamentos a base de cannabis en zonas francas en el momento en que el crecimiento económico de Costa Rica está siendo impulsado por las empresas cubiertas bajo este régimen, las cuales además están atravesando un auge en la producción de medicamentos.

El régimen de zona franca caracterizado por la inversión extranjera directa, intercambio comercial, generación de empleo y sobretodo trazabilidad podría ser más beneficioso y mucho más amigable para fiscalizar y determinar la proveniencia legal de la materia prima utilizada: cannabis. Lamentablemente el sesgo ideológico anti zona franca está bloqueando esta oportunidad.

Esta prohibición es leve a la par de la inconstitucionalidad que planteaba el proyecto hace una semanas, y es que únicamente las cooperativas, asociaciones, grupos pequeños de agricultores o indígenas iban a ser los únicos autorizados para sembrar cannabis con fines medicinales, lo cual obligaría la compra directa de la empresa que quisiera industrializarlo. Un ilógico permitirles industrializar negándoles la posibilidad de tener control sobre la calidad de su materia prima.

El cultivo del cannabis que se utiliza para industrialización y elaboración de productos médicos no es tan doméstico como lo imaginan ciertos diputados, normalmente se siembra en laboratorios cerrados, con aire acondicionado y luz especial, lo cual claramente demanda un costo de inversión sumamente alto, el cual no iba a poder ser cubierto por todos estos grupos ni aunque se utilizarán los recursos de nuestro tan celebrado pero poco eficiente Sistema Banca para el Desarrollo.

Por dicha esta inconstitucionalidad fue eliminada al aprobar una moción de los diputados Roberto Thompson y Karine Niño, ambos del PLN, sin embargo, como todo en Cuesta Moras cuando se hace un remedio a un proyecto de ley no se corrigen los defectos que el artículo anterior había generado en el resto del articulado, lastimosamente el daño colateral se lo llevó el impuesto “nuevo” que impulsa el proyecto.

Un impuesto del 1% sobre las utilidades netas obtenidas de las actividades de cultivo e industrialización de cannabis con fines medicinales. En palabras sencillas es un segundo impuesto sobre las utilidades. Misma ecuación: Renta bruta menos costos y gastos deducibles. No se necesita ahondar más para darse cuenta que existe una doble imposición tributaria.

Como si fuera poco, este impuesto al recaer sobre las utilidades no sería aplicable a las cooperativas, una inyección más del sesgo ideológico y sectorial que caracteriza a Cuesta Moras. Como de costumbre el criterio de Hacienda fue más que light al respecto, siendo la única preocupación el que los ingresos obtenidos de dicho impuesto sean depositados en la Caja Única del Estado.

En el resto del mundo este impuesto funciona como un selectivo de consumo, claro, van mucho más avanzados y al permitir el cannabis recreacional tienen un mercado mucho más amplio, lo cual permite una mayor recaudación, además de ahorrarse la fallida guerra contra las drogas. Por ejemplo, Washington tiene un impuesto de 47,1%, California 40,3% y Colorado 33.3% y así sucesivamente en el resto de los estados y países donde ya es una actividad legal.

Lamentablemente en Costa Rica tratamos de tropicalizarlo y terminamos creando una doble imposición tributaria que va en contra del principio de igualdad tributaria y que al recaer sobre las utilidades de las empresas es un paso atrás para la inversión extranjera, la cual podría preferir operar en países donde se grava el consumo y no existe doble impuesto a la producción.

Un proyecto de ley que puede ser una gran oportunidad para abrirle las puertas a un mercado que cada día crece más, que genera empleo y divisas para los países está sufriendo la lamentable doble vacunación de sesgos ideológicos y defensa sectorial que inmuniza el tan deseado efecto de inversión extranjera directa, de generación de más y mejores oportunidades de empleo y sobre todo de formalización. La noticia positiva es que a Cuesta Moras aún le quedan unos días para reaccionar, está en nosotros presionar.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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