El 11 de abril de 2022 escribí la primera parte de este artículo. En ese momento, no tenía intención de continuar el tema; es natural esperar que las cosas mejoren con el tiempo, especialmente bajo un nuevo gobierno. Pero aquí estamos, dos años después, y aún es necesario hablar del tortuoso proceso de abrir y mantener un negocio en Costa Rica.
En esa primera entrega, mencioné algunos de los obstáculos que han creado uno de los ecosistemas más hostiles para el emprendimiento:
- Las condiciones laborales de los empleados públicos.
- La excesiva cantidad de instituciones involucradas en los trámites.
- La falta de funcionarios dedicados a la Mejora Regulatoria.
Entre las posibles soluciones planteadas estaban:
- Mejorar las condiciones laborales del sector público.
- Reducir el número de instituciones con las que debe lidiar el empresario.
- Aumentar el personal enfocado en Mejora Regulatoria.
- Modificar el marco legal para garantizar tiempos de respuesta y un servicio al cliente medible y efectivo (nada de simulacros como las Contralorías de Servicios, que muchos ni saben que existen).
Para ser franco, estas ideas suenan a sueños imposibles. Después de más de 30 años con los mismos problemas, parece que Costa Rica está atrapada en una parálisis social. No hay partido, líder, ni siquiera una deidad que pueda gobernar eficientemente y desarrollar todo el potencial del país, al menos no bajo las condiciones actuales.
El problema radica en que, una vez que alguien llega a un puesto de poder, se da cuenta de que la cantidad de personas con influencia en Costa Rica es desproporcionada en relación con su población. El resultado es un estancamiento perpetuo.
El empleo informal no solo se mantiene, sino que ha crecido. Según el Informe del Estado de la Nación, este aumento se debe a que más personas han abandonado la búsqueda de empleo, y no a cambios estructurales en las políticas económicas. Esto me lleva a plantear algunas preguntas:
- ¿Cómo se puede desarrollar un país cuando la informalidad laboral afecta a más de la mitad de la población?
- ¿Es justo que la mitad de los empresarios carguen con el peso de las cargas sociales y tributarias?
- ¿Qué sentido tiene que un economista llegue al gobierno si al final no se logra ningún cambio real?
- ¿Cómo abordar problemas complejos como el narcotráfico si no reconocemos que una de sus causas raíz es la falta de oportunidades económicas?
- ¿Hace cuánto tiempo no se crea una Política de Desarrollo Productivo con visión a largo plazo?
Cuando se analiza a fondo, la frase “Costa Rica es ingobernable” deja de parecer exagerada. Con una población de apenas 5 millones, tenemos 84 municipalidades, un Ministerio de Obras Públicas, y un Consejo de Seguridad Vial, todos encargados de nuestras carreteras. Para un país tan pequeño, una sola institución eficiente sería suficiente. La multiplicación de entidades solo facilita la fragmentación de intereses y la inacción.
Este es nuestro verdadero veneno: la sobreabundancia de instituciones que no representan los mejores intereses del pueblo, atentando contra lo que establece nuestra Constitución. El último partido que logró algo fue Liberación Nacional, pero lo hizo a través de corruptelas y escándalos. Desde entonces, solo hemos tenido experimentos fallidos y frustraciones.
La parálisis política que vivimos se debe a la imposibilidad de alinear a las muchas personas con poder en el país. Esto hace extremadamente difícil alcanzar objetivos comunes. Además, algunas instituciones (CCSS, UCR, ICE) se han apropiado del concepto de “autonomía” como si fueran entes autogobernados, algo que no era la intención original del legislador.
¿Qué hacer entonces?
Seguir peleando no solucionará nada, menos con los espectáculos que se ven en la Asamblea. Lo que realmente necesitamos es usar la democracia y las herramientas constitucionales para realizar una reforma integral del Estado, que modifique cómo estamos organizados como nación. Algunas propuestas incluyen:
- Reemplazar las 84 municipalidades por las seis regiones establecidas por MIDEPLAN: Región Central, Chorotega, Brunca, Huetar Norte, Huetar Caribe y Pacífico Central.
- Estas nuevas municipalidades no tendrían autonomía, sino que serían brazos ejecutores del Poder Ejecutivo. En cada región se garantizaría una sucursal completa de instituciones clave como ICE, CCSS y los ministerios pertinentes.
- Para evitar el abandono político de zonas como Puntarenas y Limón, se debe mantener la representación de los cantones, ampliando el Congreso a 84 diputados, uno por cantón.
- Facilitar una migración gradual de empleados públicos al sector privado, comenzando con quienes lo deseen voluntariamente.
- Modificar el marco legal para que RECOPE pueda extraer y refinar petróleo. Es absurdo considerarnos un país verde mientras contaminamos más solo porque no vemos el origen de lo que consumimos.
- Legalizar el cannabis en Costa Rica.
- Reformar el sistema migratorio.
- Eliminar el CTP y trasladar su función al MOPT mediante licitaciones públicas.
- Crear legislación sobre inteligencia artificial.
- Eliminar la Sala Constitucional.
Probablemente muchos de estos cambios le parezcan radicales, y eso está bien. Lo que estoy seguro que compartimos es el cansancio con la clase política, la inacción, y el ver cómo nuestro hermoso país sigue estancado.
El objetivo de este artículo no es quejarme, sino iniciar una conversación. Mi reto para usted es: si no estás de acuerdo con alguna de mis propuestas, escriba tus propias ideas sobre cómo deberíamos reformar el Estado, y rete a otros a hacer lo mismo.
Tal vez logremos más con participación cívica que con más peleas y politiquería.
Como dice el dicho: “La anda usted”.