El agua es vida, el agua nutre: no dejemos a nadie atrás

» Por Dr. Mauricio Delgado Angulo - Especialista en Gestión de Proyectos en Inocuidad de Alimentos, Colegio de Profesionales en Nutrición

El Día Mundial de la Alimentación se celebra cada año el 16 de octubre para concientizar sobre la importancia de la seguridad alimentaria y la nutrición. En Costa Rica, esta fecha adquiere una relevancia especial debido a la estrecha relación entre la producción de alimentos y un recurso fundamental para la vida: el agua. Bajo el lema “El agua es vida, el agua nutre, no dejar a nadie atrás”, es crucial reflexionar sobre la importancia del agua como recurso imprescindible para la producción de alimentos a nivel mundial y su papel esencial en la nutrición y salud de las personas.

El agua es un elemento vital para la existencia misma en nuestro planeta. A nivel químico, está compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y es esta composición la que la convierte en una sustancia única y fundamental para los seres vivos. Además de ser esencial para la hidratación y el correcto funcionamiento de nuestro organismo, el agua desempeña un papel crucial en la producción de alimentos.

La agricultura, tanto a gran escala como a nivel de subsistencia, depende del agua para el riego de cultivos y la crianza de animales. Sin acceso a agua de calidad y en cantidad suficiente, la producción de alimentos se ve amenazada, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de las comunidades. Además, el agua es necesaria para el procesamiento, la preparación y la conservación de los alimentos, garantizando su inocuidad y calidad.

A pesar de los avances significativos en el suministro de agua potable en Costa Rica en las últimas décadas, la calidad del agua sigue siendo una preocupación. Factores como la contaminación por actividades agrícolas, industriales, y el manejo inadecuado de los residuos sólidos y líquidos han contribuido a la contaminación del agua. Además, el cambio climático ha agravado el problema, ya que los patrones climáticos más extremos pueden aumentar la contaminación del agua y limitar su disponibilidad.

Por otro lado, los riesgos microbiológicos, como la presencia de patógenos en el agua, también plantean un desafío para asegurar su inocuidad y disponibilidad en el país. Las enfermedades de transmisión hídrica, como la diarrea y la Hepatitis A, son un problema significativo, especialmente en áreas rurales y comunidades marginadas donde el acceso a agua potable es limitado, aumentando el riesgo para la salud de las personas, especialmente para los grupos más vulnerables, como los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos.

Según datos del Ministerio de Salud, ha habido un aumento en el número de casos reportados de enfermedades de transmisión hídrica en los últimos años. Este incremento puede estar relacionado con el deterioro de la calidad del agua y la falta de infraestructura adecuada, ya que, sin sistemas de purificación y distribución de agua eficientes, la población puede verse expuesta a agua contaminada, lo que aumenta el riesgo de enfermedades de transmisión hídrica. Además, la falta de infraestructura de saneamiento adecuada puede contribuir al problema, ya que, sin un manejo adecuado de los residuos, estos pueden contaminar las fuentes de agua, lo que agrava aún más su calidad.

Ante estas amenazas, es fundamental que tanto el Gobierno como los consumidores reconozcan su responsabilidad en la preservación y calidad del agua como recurso necesario para garantizar la seguridad alimentaria en la región. Es necesario adecuar las políticas y regulaciones ya existentes para prevenir de una forma más eficiente la contaminación química y microbiológica del agua, así como seguir promoviendo prácticas sostenibles en la agricultura y la industria para controlar el uso de agroquímicos y evitar la liberación de sustancias tóxicas al medio ambiente.

En Costa Rica, se han realizado esfuerzos significativos para abordar estas problemáticas. El país cuenta con una legislación ambiental sólida y ha implementado programas de monitoreo y control de calidad del agua. Además, se fomenta la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, como la agricultura orgánica y el uso eficiente del agua en la producción de alimentos. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Es necesario fortalecer la colaboración entre los diferentes actores involucrados, incluyendo los agricultores, las industrias, los científicos, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil, para promover prácticas más sostenibles y asegurar la disponibilidad de agua de calidad para la producción de alimentos.

Para obtener un mejor resultado ante los esfuerzos realizados es fundamental educar a la población sobre la importancia de la inocuidad del agua y la necesidad de proteger este recurso vital. Los consumidores juegan un papel clave al tomar decisiones informadas sobre los alimentos que consumen, optando por aquellos que se producen de manera sostenible y que garantizan la seguridad alimentaria.

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