Desde el 1 de mayo de 1889, se conmemora la lucha social, protagonizada por los mártires de Chicago en mayo de 1986, en buena parte de los países del orbe, con la excepción de la primera potencia del mundo y su vecino del norte. Este hecho histórico a nuestro criterio sigue sin reconocerse en esa nación; además de que los grandes empresarios y políticos de ese país posiblemente no quieran recordar los procederes crueles de sus abuelos.
El 1 de mayo de 1886 en Chicago, EE.UU., la Unión Central Obrera dirigió a más de sesenta y cinco mil obreros en una huelga, para luchar por la jornada de 8 horas, debido a que no se cumplía con la Ley Ingersoll decretada por Andrew Johnson. Su punto álgido fue la “revuelta de Haymarket” que llevó a la condena a muerte en la horca a 5 trabajadores y la reclusión de otros 3, entre ellos algunos dirigentes del movimiento; las autoridades se ampararon en un juicio malintencionado e ilegítimo; a este suceso se le denominó la “masacre de Chicago”.
Samuel Fielden, pastor metodista y obrero textil de 39 años, uno de los condenados a muerte, se dirigió al Tribunal que lo juzgaba con estas palabras: “…se me acusa de excitar las pasiones, se me acusa de incendiario, porque he afirmado que la sociedad actual degrada al hombre hasta reducirlo a la categoría de animal. ¡Andad! Id a la casa de los pobres y los veréis amontonados en el menor espacio posible, respirando una atmósfera infernal de enfermedad y muerte…”.
34 años después, en Costa Rica, a partir de febrero de 1920 la clase trabajadora realizó una huelga de carácter nacional, para que se estableciera la jornada laboral de 8 horas y un aumento salarial de un 20%. En este movimiento participaron: carpinteros, ebanistas, mecánicos, pintores, zapateros, panaderos, tipógrafos, marineros, trabajadoras de fábricas (pureras y costureras) y de diversas empresas (Fábrica Nacional de Licores, Talleres de obras Públicas y Planta de los Anonos). En este contexto, veinte trabajadoras del Taller “El Laberinto” también se habían declarado en huelga, siendo su principal demanda el aumento de salario. La Confederación General de Trabajadores (CGT) debió mediar en el conflicto, puesto que los patrones no aceptaron negociar con mujeres sino con otros hombres. Con La Ley N. 100 del 9 de diciembre de 1920, se contempló las exigencias de la clase trabajadora, por lo que se decidió finalizar con el movimiento huelguístico.
La Costa Rica actual se caracteriza por la implementación de una nueva política que procura el desmantelando sistemático del Estado Social de Derecho. Los actores que dinamizan esta intensión se agrupan en los partidos tradicionales y utilizan el espacio brindado por el partido en el gobierno. Si bien esta confrontación es político – ideológica, su detonante es el déficit, la evasión y los nuevos impuestos de tipo fiscal, lo que acelera el deterioro socioeconómico de la clase trabajadora, específicamente de la más desposeída y pobre. Un ejemplo de ello es la disminución del número de productos que están exentos de impuestos en la canasta básica; alimentarse es hoy más caro.
Es claro que existe una crisis socioeconómica, debido a que es insuficiente el acceso a los recursos de sobrevivencia, debido al desempleo y al deterioro del poder adquisitivo de las personas más necesitadas, además de que crece la inseguridad ciudadana, la criminalidad, la violencia familiar, la prostitución, la drogadicción, el narcotráfico, la pobreza, el aumento vertiginoso de la población que vive en las calles, el descontento popular como resultado de sentimientos de impotencia y de enojo frente a las políticas de los últimos gobiernos entre otros.
Los grupos exportadores, ligados a la banca, el agro, la industria y los servicios, acumulan ganancias adicionales con la devaluación del colón frente al dólar, lo que implica reducir los costos de operación y el abaratamiento de la mano de obra; además de que un sector, no menos importante, realiza prácticas de evasión fiscal, logrando el no pago de impuestos al Estado sin tener repercusiones de tipo legal.
Así el costo de la crisis y del déficit fiscal se traslada a la clase trabajadora asalariada, fácil de controlar y manipular, donde el sector más contestatario ha sido derrotado en apariencia con resoluciones judiciales que generan duda igual a como aconteció en el Chicago de 1886. El IVA –impuestos del 13%- y la arremetida contra el Estado Social de Derecho, está deteriorando aceleradamente la condición social de los sectores populares, debido al aumento de los alquileres, el pago del agua, la electricidad y otros servicios.
La Unión Sindical, a través de propuestas concretas, han querido el diálogo y la negociación, para la construcción de un nuevo pacto social; pero las nuevas condiciones apuntan al retiro estratégico de los gremios de la lucha social por desgaste, con lo que pueden quedar algunos espacios, para que eventualmente se creen situaciones de protesta en las comunidades, utilizados por otros actores sociales no políticos que están desligados del sindicalismo y sin cuadros de dirigencia.
El gobierno de turno presenta a las clases trabajadoras y a los educadores como los responsables de la crisis social y del déficit fiscal. En principio se pensaría que es una mala lectura de la realidad social, pero los hechos apuntan a pensar que posiblemente es intencionada y sistemática, acorde con los designios y de presiones del Fondo Monetario Internacional, el cual está recomendando subir el IVA a un 15%.
Las alianzas entre el capital nacional y transnacional, al amparo de reformas económicas y de los tratados de libre comercio, impulsadas desde la década de 1980, han puesto los recursos del país a disposición de sus intereses, donde se ha transformado la economía agroexportadora y de sustitución de importaciones, e incorporado otros productos exportables (leche, piña, palma africana, hortalizas, servicios informáticos, médicos, turísticos, marinos, costero, de tipo minero, maderero entre otros), en un contexto de devaluación del colón y dolarización de la economía, donde los bajos salarios, el desempleo y el deterioro de los servicios básicos están empobreciendo a la clase trabajadora asalariada, especialmente a los sectores medios.
Las implicaciones de la nueva economía se observan en la transformación del paisaje, el crecimiento de la urbe, la degradación ambiental, el crecimiento de los cinturones de miseria, los movimientos poblacionales dentro y fuera del país, el empobrecimiento de la clase media y de la clase baja, el tránsito inseguro y peligroso por las comunidades, poblados, barridas y ciudades entre otros. Es la nueva herencia de los señores y señoras de cuesta de moras.
La validez de los datos, perspectivas y comentarios, emanados del gobierno, de la prensa y televisiva, han sido evaluados en los foros de la Escuela Sindical de la APSE, del Frente Amplio, ANDE y SEC, las páginas web de los sindicatos, los grupos de chat de funcionarios estatales organizados por regiones en todo el territorio nacional, blogs de compilación de documentos y vídeos. Es claro que un discurso elocuente ya no es suficiente para calmar a las masas; sino se requiere de acciones alejadas de los intereses particulares de sectores internos y externos, que sean cercanas a los intereses de las grandes mayorías con sentido patriótico. Es vital pensar en el bienestar del prójimo y no en engrosar los bolsillos de unos pocos a costa del deterioro socioeconómico del resto.
Los sindicatos van a marchar este 1 de mayo contra los proyectos que buscan prohibir el derecho a huelga, contra el aumento del costo de vida y de la canasta básica, en rechazo de las reformas que se impulsan en materia de pensiones y de proyectos para el despido de funcionarios, contra las imposiciones de la OCDE relacionadas con reformas y ajustes económicos y legales, en defensa de la educación pública, en rechazo de la educación dual, la ley de empleo público y en contra el salario único o global.
En suma, en cuesta de moras se viene dando una ofensiva para la reducción de los derechos de tipo laboral de la clase trabajadora, que apuntan a volver a las condiciones de Chicago de 1886. De nosotros depende que esto no suceda y defendamos las conquistas sociales que nuestros abuelos lograron con sudor y sangre en la década de 1940, consagradas en el capítulo de Garantías Sociales y en el Código de Trabajo. ¡Hasta la victoria siempre!
Referencias bibliográficas recomendados
Acuña, V. H. (1986). Los orígenes de la clase obrera en Costa Rica: las huelgas de 1920 por la jornada de ocho horas. San José, Costa Rica: CENAP-CEPAS.
Compilación de documentos “Blog sindicatos protestas y héroes”
Chalmers, V. M. (2019). Los mártires de Chicago. Centro Virtual Cervantes.
Olivera, A. (2009). Forjando caminos de liberación: la iglesia metodista en tiempos de dictadura. Montevideo: ediciones TRILCE.
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