En Costa Rica, para que los alumnos costarricenses obtengan su título en Educación Media es requisito aprobar una serie de exámenes estandarizados, pruebas que mercantilizan la educación, pues los mismos funcionarios del MEP aprovechan para abrir “centros de enseñanza” y cobrar tutorías a los alumnos. Estas pruebas son simplemente una parte del modelo escalonado educacional que imparte Costa Rica gestionada por el Consejo Superior de Educación. Este modelo a lo largo de 40 años ha experimentado variaciones metódicas mínimas. No se puede educar si la única herramienta es el método y no se evalúa la finalidad partiendo del estudiante como unidad íntegra, son sistemas anacrónicos y acumulativos que devienen en el atraso teórico.
El sistema educativo costarricense refleja un método que consiste en clases expositivas de contenido vacío donde carece la interacción alumno docente, limitan las potencialidades que todo alumno trae consigo. Sin embargo, es importante destacar que la educación no solamente está condicionada a esa intrínseca relación del educador y el educando, existe una ruptura al describir la relación entre el alto administrativo, el docente y el alumno, hace un llamado a no coartar más las potencialidades del proceso de aprendizaje por trámite burocrático desinteresado y entes reguladores que se limitan a la descripción de objetivos sin contenido ni método. Al menos, el Ministerio de Educación Pública (MEP, 2012), en su programa de Calidad de la Educación, manifiesta debilidades y fortalezas del sistema educativo costarricense de la siguiente manera:
Debilidad: Subsiste una extensa red de centros de enseñanza que operan en instalaciones ruinosas y muestran bajas promociones, en la que se mantienen altos niveles de exclusión de estudiantes en séptimo año, una baja cobertura de la educación diversificada y amplias brechas territoriales y sociales en el logro educativo.
Fortaleza: El promedio general de exclusión educativa se redujo en 2012, pero se mantiene por encima del 16% en séptimo año.
Debilidad: Existe una educación superior desarticulada, con muchas universidades privadas en torno a las cuales se desconocen hasta los datos más elementales sobre su desempeño.
Fortaleza: El porcentaje de personas de 25 años y más que tienen un grado universitario se cuadruplicó en casi cuatro décadas. No obstante, debido a los cambios en la estructura por edades de la población, hoy este grupo no llega a representar la cuarta parte de las personas de ese rango etario (22,6%).
Debilidad: El Ministerio de Educación Pública (MEP) arrastra serios problemas en materia de contratación docente y sigue creciendo la sobreoferta de carreras de Educación, la mayoría de ellas sin acreditar. (p. 10)
Nótese que, de manera categórica, el MEP expresa y reincide una vez más en la comparativa de resultados en aspectos cuantitativos, un escueto intento de emular los parámetros de los sistemas educacionales de países desarrollados. El MEP es la representación de una jerarquía institucional que regula los métodos, pero es obsoleto en materia de evaluación, precisamente reflejando esa relación “ciega” entre alto administrativo, docente y alumno. Evidentemente las falencias metódicas también derivan de no solo de un sistema anacrónico, existen factores administrativos como lo son la mala gestión administrativa en materia de educación, mal manejo en el tema curricular, en los planes y programas de estudio y mala coordinación entre los diferentes departamentos del MEP. Ahora bien, se ha venido desglosando las falencias educativas del sistema educativo costarricense desde el bosquejo histórico, el enfoque mercantilista y los sistemas anacrónicos emuladores de los países desarrollados. Factores que en conjunto definen una educación estilizada y abstracta, pero no se ha tratado pragmáticamente desde el escenario real de ese intercambio, las aulas.
Docente crítico como autor consciente del método
El pedagogo Prensky no solamente describe la falencia educativa desde la ruptura que existe entre el alto administrativo, el docente y el alumno, asimismo hace un llamado al docente como autor consciente de sensibilidad social que comprenda el método y lo aplique a favor de las necesidades del estudiante haciendo uso de la tecnología. Si bien, su discurso algo polémico, es capaz de trazar el componente tecnológico como necesario sin desplomarse con alguna carga peyorativa. Para Prensky los jóvenes de hoy aprenden diferente a los jóvenes de ayer, porque su cultura es diferente, es ahí donde está el verdadero reto del docente al ser consciente de la transición cultural, por tanto, la inmersión tecnológica no debe percibirse con rezago, al contrario, las herramientas de este milenio poseen la capacidad de intercomunicar el entorno mejorando el procesamiento de la información. Prensky haciendo hincapié a la perspectiva neurocientífica sobre cómo se moldean los cerebros de los jóvenes ante las diferentes plataformas tecnológicas, acuña el término “nativos digitales”, refiriéndose a los jóvenes que han nacido en la era del internet, trazando una rama metódica independiente. Algunos detractores del “método Prensky” denuncian que esta “intrusión tecnológica” desplaza la educación tradicional del lenguaje y mencionan una relación unidireccional del aprendizaje, lo cual es absolutamente absurdo si partimos desde la premisa de métodos arcaicos dirigidos a etapas industrializados de la historia. Tales posturas revelan un conocimiento escaso o nulo de la forma de aprendizaje de los jóvenes, con el advenimiento del internet el manejo de la información y procesamiento es diferente, antes se asistía a una clase magistral donde no se profundiza la temática, simplemente se hace un bosquejo de ideas principales que pretenden incentivar la curiosidad del estudiante apelando nuevamente al paradigma de estímulo y respuesta. Ahora se puede decantar por eliminar la brecha generacional y tecnológica, de esta manera ya tenemos el autor responsable de eliminar esas brechas y también tenemos la herramienta, tratamos el método, ahora nos queda otro factor a estudiar, el reparto equitativo.
Plataformas digitales de aprendizaje al alcance de pocos.
“Conectados al Sur: Costa Rica 2018”, es el nombre del simposio que reunió a expertos de más de 15 países el pasado 15 y 16 de enero en la Sede de la Fundación Omar Dengo en San José, con el objetivo de discutir la inclusión del niño y el joven en la era digital. En este simposio se extraen resultados de una serie de talleres que se lleva a cabo en países participantes dirigidos al acceso y uso en la apropiación de tecnologías digitales.
Según los datos extraídos y publicados en la Revista Semanario Universidad, en el caso de Costa Rica, estudiantes ECCC [1]de la Universidad de Costa Rica realizaron 14 talleres a lo largo del territorio nacional, en los cuales entrevistaron a 200 adolescentes con edades entre los 12 y 17 años, incluyendo poblaciones tradicionalmente excluidas como personas con discapacidades funcionales, afrodescendientes, indígenas y LGBTIQ. Pero la realidad es otra, en Costa Rica, según la sala constitucional No. 10627 del 18 de junio del 2010, el acceso a internet es un derecho humano fundamental, sin embargo, un estudio de universidad reveló que el 45% de los centros educativos que deberían tener internet funcionando, ni siquiera está conectados aún. Según el estado de la educación en 2017, otro problema inmediato que debe ser atendido es el escaso manejo y aprovechamiento tecnológico por parte del docente, aunque el MEP ya ha estado implementando programas comunitarios para el manejo de recursos económicos, como lo es el Plan Nacional de Tecnologías Móviles (PNTM) en centros educativos de zonas de índice de mayor vulnerabilidad social, el reparto no es equitativo, sumado a esto, las políticas carecen de programas claros de apropiación, es decir, los recursos están disponibles pero no se saben aprovechar. No obstante, existe la tentativa de apropiarse en base a modelos de negocios cuyo propósito reside en fines de lucro privado, la revisión crítica compete esas implicaciones que no necesariamente responden al fin último y altruista de la tecnología como herramienta educativa.
Prensky proporciona una visión desinteresada, noble e incluso inocente de la tecnología en el quehacer educativo, pero es necesario contrastar y ponderar su uso real, impacto social y económico en un país hermético como lo es Costa Rica. En síntesis, la acción local educativa deriva de una gestión local de recursos tecnológicos que deben ser regulados comunitariamente.
El sesgo educativo que concibe la tecnología como forma de coartación en las potencialidades del estudiante, debe evaluarse en los programas de educación preferiblemente con modelos mixtos. El docente solamente va a figurar en el dominio de elementos teóricos y empáticos, una guía que alimente la curiosidad de los jóvenes valiéndose de las herramientas tecnológicas a disposición, de esta manera el educar no debe convertirse en un trámite ni una labor fatídica.
[1] Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva
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