Educación 3.0: Innovación, emprendimiento y la necesaria evolución del Sistema de Banca de Desarrollo en Costa Rica

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Costa Rica se enfrenta a un desafío crítico en su sistema educativo: mientras formamos profesionales, no estamos preparando suficientemente a los jóvenes para emprender y generar sus propias empresas. Esto es especialmente grave cuando observamos las estadísticas del desempleo juvenil, que alcanzan el 26,5% en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), mucho más alto que el promedio nacional de 13,5%. Además, la deserción escolar en secundaria continúa siendo elevada, con un 19,8% de estudiantes abandonando las aulas en el ciclo 2022-2023, según el Ministerio de Educación Pública (MEP).

Como Doctor en Educación y Doctor en Administración Internacional, mi investigación doctoral sobre las Spin-Offs en universidades privadas de Costa Rica ha confirmado que, aunque existe talento, el sistema educativo sigue enfocado en la formación de empleados y no en la creación de empresas. La respuesta a esta desconexión entre el sistema educativo y las necesidades del mercado laboral está en transformar las universidades en centros de innovación empresarial, donde los estudiantes no solo reciban conocimiento técnico, sino que también se preparen para emprender.

No obstante, una pieza crucial para que este modelo funcione es la evolución del Sistema de Banca de Desarrollo. Desde su creación en 2008, el Sistema de Banca de Desarrollo de Costa Rica ha tenido como objetivo apoyar el acceso al financiamiento para emprendedores y pequeñas empresas, pero aún se encuentra en una etapa incipiente y con impacto limitado. A pesar de ser un plan estratégico que comenzó como una herramienta para estimular la economía nacional a través de los emprendedores, el impacto real ha sido menor al esperado. Según datos del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), las tasas de colocación de crédito en las microempresas siguen siendo bajas y el proceso burocrático sigue siendo un obstáculo para muchos emprendedores.

El Sistema de Banca de Desarrollo, diseñado para apoyar la creación de pequeñas y medianas empresas (PYMEs), sigue funcionando bajo un esquema de piloto que no ha evolucionado al ritmo necesario para dar respuesta a las necesidades de los emprendedores universitarios y jóvenes empresarios. Este sistema, que aún mantiene una estructura rígida, no se adapta suficientemente a los requerimientos de los emprendedores en sectores emergentes como la tecnología, la agroindustria sostenible y otros sectores clave para el desarrollo económico de Costa Rica.

Un ejemplo claro de esta desconexión es que, a pesar de que las universidades en Costa Rica generan una gran cantidad de talento, no existen mecanismos adecuados que permitan a los estudiantes convertir sus ideas en empresas sostenibles. El Sistema de Banca de Desarrollo debe evolucionar hacia un modelo que brinde acceso ágil a capital para estos jóvenes emprendedores, con condiciones adaptadas a su perfil de riesgo, y con un acompañamiento que vaya más allá de un simple crédito.

Es fundamental que se generen líneas de financiamiento específicas para proyectos universitarios, especialmente aquellos enfocados en Spin-Offs y en la innovación tecnológica. Esto no solo fortalecería el ecosistema de emprendimiento en las universidades, sino que permitiría a los jóvenes no solo crear empresas, sino también hacerlas crecer y generar empleo. Esta evolución también requiere una simplificación de los procesos burocráticos que actualmente retrasan la aprobación de los créditos y, en muchos casos, excluyen a los emprendedores más innovadores debido a las exigencias tradicionales.

Modelos internacionales, como el de España, donde universidades como la Universidad Politécnica de Valencia han creado más de 100 Spin-Offs en la última década, demuestran que el apoyo adecuado a los emprendedores desde el ámbito académico, combinado con un sistema financiero ágil y adaptado, puede transformar a los estudiantes en empresarios exitosos. En este sentido, Costa Rica debe aprender de estos ejemplos e implementar un sistema financiero universitario ágil y proactivo, que facilite el emprendimiento desde las aulas.

La situación en la Zona Sur de Costa Rica es especialmente crítica. Con más del 33% de la población viviendo bajo la línea de pobreza (INEC, 2021), la falta de acceso a recursos y capacitación limita las oportunidades de los jóvenes para emprender. Si se promueve la creación de empresas desde las universidades, con un sistema de financiamiento evolutivo y adaptado a las necesidades locales, podríamos estar ante una generación de jóvenes que no solo busquen empleo, sino que creen sus propios negocios, generando desarrollo económico y reduciendo los índices de pobreza.

En conclusión, el Sistema de Banca de Desarrollo debe evolucionar para convertirse en un aliado real de los emprendedores universitarios, brindándoles las herramientas y el financiamiento necesario para transformar sus ideas en empresas. Solo a través de una reforma educativa que fomente la creación de empresas y un sistema de financiamiento adaptado a las necesidades de los jóvenes emprendedores, Costa Rica podrá enfrentar el desempleo juvenil, la pobreza y garantizar un futuro próspero para sus nuevas generaciones. Como Doctor en Educación y Doctor en Administración Internacional, mi compromiso es seguir trabajando en propuestas concretas que transformen tanto la educación como el sistema financiero en un motor de emprendimiento que impulse la competitividad y el desarrollo económico del país.

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