Damián el humano 8000 millones

» Por Dr. José Rodrigo Rojas M. - Académico Investigador Universidad Nacional

En el año 1650 la población era de 500 millones de personas, la tasa de crecimiento de 0,3% anual y 250 años el periodo de duplicación. En 1970 se alcanzó los 3.600 millones de habitantes con un porcentaje de crecimiento de 2,1% anual y 33 años de duplicación, es decir 7.200 millones de habitantes para el 2003. Ayer, 15 de noviembre, en la maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en Santo Domingo República Dominicana, nació Damián. Así se llama el niño oficialmente habitante número 8.000 millones del planeta. Este nacimiento, celebrado internacionalmente, es un hecho sin precedentes que demanda una reflexión sobre las encrucijadas del incremento demográfico y la capacidad de soporte de la tierra, un organismo vivo y totipotencial que tiene respuestas cada vez más limitadas en resiliencia, reparación y mantenimiento de las funciones esenciales que hacen posible la vida en todas sus formas.

Este incremento sostenido, de la curva poblacional, es el resultado del aumento de la esperanza de vida por mejoras en la salud pública, nutrición, higiene personal y avances en medicina. Aunque son logros indiscutibles, solo tenemos una biosfera espacial para viajar alrededor del sol, un solo espacio vital para 8000 millones de personas con requerimientos casi infinitos y permanentes, coexistiendo en una aldea global que tiene recursos finitos y en franco deterioro. Agua potable, oxígeno, aire, fotosíntesis, clorofila, biomasa y provisión de alimento, son solo algunos de los elementos fundamentales transgredidos por la acción del humano.

A pesar de todas las evidencias, sobre un eventual cataclismo ecológico, como raza humana perpetuamos los patrones de consumo y no logramos conectarnos con acciones permanentes de sostenibilidad. Se nos olvidaron las advertencias de los años 60´s, por ejemplo con La Primavera Silenciosa de Rachel Carson, las recomendaciones de los 70´s, sobre límites del crecimiento del Club de Roma, o lo que ya percibimos como trastorno climático global inducido por el fenómeno de mega escala del calentamiento planetario. Entonces, ¿Hay un límite al crecimiento demográfico humano?; ¿podemos seguir sirviéndonos de la naturaleza como hasta ahora?; ¿dónde estará el punto de no retorno? La respuesta es inminente, de mantener las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, uso de combustibles fósiles, aumento de gases de efecto invernadero y contaminación ambiental, entonces se materializará el agotamiento de los recursos esenciales para la vida como la conocemos.

De mantenerse los patrones, respecto a la forma de usar la naturaleza y los servicios ecosistémicos, el resultado será una catástrofe social, económica y ambiental, que se acelerará por la demanda de millones de personas por acceso a aire limpio, áreas cultivables, agua potable, alimento, vestido, calor y vivienda. Volveremos a las necesidades elementales de la sociedad hace miles de años, con la diferencia que el mundo estará ecológicamente devastado por la extinción de especies y de hábitats esenciales, contaminación continental y marina, deshielo polar, plastificación oceánica, aumento del nivel del mar y desertificación planetaria.

El nacimiento de Damián es una ocasión para promover la responsabilidad compartida que tenemos los seres humanos por la preservación de la vida en el planeta. Debemos desacelerar, de forma responsable, el crecimiento demográfico y promover la extinción del uso de derivados de petróleo, impulsar la resiliencia climática, la gobernanza mundial basada en soluciones sanas de la naturaleza, los servicios ecosistémicos y la economía azul.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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